ALBERT RIVERA / Presidente de Ciudadanos
«La España de Ciudadanos es la España optimista»
Tiñe su discurso de distinciones entre rojos y azules, pero cuando pone el móvil encima de la mesa, el naranja de la funda brilla con fulgor. En la distancia corta no es muy diferente del orador público y aun con un auditorio reducido a su jefe de prensa, el fotógrafo y las preguntas, mantiene la misma puesta en escena. Albert Rivera concede una entrevista exclusiva a Diario de León
Antes de tomarse el fin de semana libre para sus obligaciones familiares, Rivera hace balance.
—¿Qué le ha reportado a Ciudadanos el apoyo al equipo de gobierno del PP en el Ayuntamiento de León? Hasta ahora no entraban a gobernar con otros grupos en estas condiciones. ¿Se lo van a replantear?
—De hecho, ya en el último congreso del partido se tomó una decisión estratégica. Hasta el año 2017 decidimos no entrar en gobiernos municipales ni autonómicos, prestamos apoyos de investidura como en León y en cinco comunidades, pero no entramos porque eran partidos con muchos casos de corrupción y queríamos marcar distancias. Y luego queríamos aprender, coger experiencia y trabajar en las instituciones. Fue una decisión acertada, dimos estabilidad al país y tomamos distancia de la corrupción aprendiendo a gobernar. La diferencia es que hubo una decisión estratégica para no gobernar en León, en Valladolid y en otras provincias y ahora estamos dispuestos a dar el paso, eso sí, con gente que esté limpia y que tenga nuestros valores. Los españoles, los castellanos y los leoneses quieren vernos gobernar y nosotros tenemos ganas de ejecutar nuestras políticas.
—¿Por qué en León a Sadat Maraña le concedieron el beneficio de la duda cuando se demostró que su titulación no estaba acreditada y a Cifuentes le plantean lo contrario?
—No tiene nada que ver. Él no era presidente de ninguna comunidad autónoma y no había ningún delito. Con Cifuentes puede haber delito y de hecho la Fiscalía ha abierto diligencias. Pienso que puede haber delito en el ámbito de la Universidad Rey Juan Carlos I y ya veremos si con participación de Cristina Cifuentes. No tienen nada que ver los dos casos y nosotros decidimos que no fuera en la lista electoral. El problema de Cifuentes no es su currículum, es que pueda haber cometido delitos en la Universidad. Para tomar decisiones políticas hay que acudir a sede política, no a informaciones periodísticas, aunque la mayor parte de las veces son los periodistas los que destapan estos casos.
—¿Qué medidas concretas presenta contra la despoblación en una provincia que ha perdido 50.000 habitantes en los últimos diez años? No vaya a lo genérico, especifique medidas concretas.
—Las medidas concretas hay que ponerlas en el contexto de un plan nacional contra la despoblación. El problema que hemos tenido hasta ahora que ayuntamientos, diputaciones y gobiernos hacen cada uno su batalla. Hay que buscar incentivos fiscales para quien implante empresas en estas zonas, quitar impuestos de sucesiones para quien hereda una explotación y no puede recibirla si no es solicitando un crédito. Las empresas necesitan seguridad jurídica. En las zonas mineras hay que dar seguridad jurídica. Entre Zapatero y Rajoy dieron un bandazo de inestabilidad que ha obligado a irse a muchos inversores. Hemos tomado medidas con los autónomos, pero no podemos cambiar en función de cada gobierno o de la Diputación de turno. Hay que darle una estructura común y tomárselo en serio. Hay que reinventarse y adoptar políticas activas de empleo, con transparencia en la gestión de fondos.
—Diputaciones ¿sí o no?
—Como están ahora, Diputaciones no. Entendidas como un Consejo de Alcaldes donde se gestionen políticas con servicios mancomunados sí. No queremos asesores, opacidad, control político ni nada de eso. Queremos que se puedan consensuar políticas de transporte, de servicios públicos, forestales... Pero eso no tiene nada que ver con lo que estamos viendo. No voy a dar el nombre, porque son conversaciones privadas, pero sé de cargos públicos de partidos del bipartidismo que te reconocen que las Diputaciones son el sustento de sus partidos, que viven de colocar a gente y de ahí sacan sus recursos. Yo creo que hay que cumplir la ley y financiarse, pero no a través de las Diputaciones. Una cosa es ayudar a llegar el dinero a los pueblos y otra es tener una super estructura con cargos políticos, asesores, contratos opacos y demás. Por primera vez hay control al gobierno de la Diputación y eso lo hemos conseguido aquí, sin ir más lejos. Si tiene que haber una estructura supra municipal, tiene que ser bien distinto a lo que conocemos de las Diputaciones.
—Pero eso, en el fondo, es un cambio de denominación y nada más...
—…¡ hombre no!. Es un cambio de filosofía absoluto. No es lo mismo una empresa que mancomune servicios entre alcaldes que quieren compartir el servicio de basura o de transporte escolar que tener una estructura política con muchos cargos de confianza a sueldo. Ayudar al mundo rural es hacer que el dinero llegue a los pueblos, no que se quede por el camino. Seis de cada diez euros acaban no llegando al contribuyente.
—Hasta ahora habían centrado la presentación de candidatos a las listas de los grandes municipios. Ahora ya se atreven con núcleos más pequeños. ¿Por qué han cambiado de estrategia? ¿Es un asalto al Gobierno?
—Es una realidad. Presentamos mil listas porque en 2014 Ciudadanos no existía y en 2015 hubo municipales. Podíamos hacer una burrada y presentarnos de cualquier manera, como Podemos y preparar una sopa de letras o cubrir bien el 70% del territorio. Ahora queremos ir a más y buscamos gente para llegar a todas las comarcas. Tenemos mucha gente civil, con poca experiencia en la política pero con muchas ganas de trabajar. El partido está creciendo. Yo no me obsesiono con tener 8.300 listas para los 8.400 municipios del país. Lo que quiero son buenas listas. Pero hay que ser cautos, mira si no Podemos...
—¿Puede proponer una medida concreta para la minería?
—Hay que conseguir una transición energética para reconvertir las zonas mineras y salir de los anclajes del pasado. Debemos ofrecer a la gente que va a perder su empleo un apoyo para que puedan reinventarse y poder incorporarse hacia otros sectores, como las energías renovables o la innovación porque quedarse parado provoca frustración. Todo pasa por conseguir que los fondos mineros no vayan al despilfarro, sino a las alternativas reales de futuro. Por eso es básico fomentar con incentivos fiscales la reconversión industrial en estas zonas. Llevamos años de despilfarro y de corrupción y yo propongo transparencia y la reconversión de las zonas hacia otro tipo de empleo, para aprovechar el dinero de la Unión Europea.
—¿Qué modelo territorial propone para el partido?
—Creo que una España descentralizada es buena si da buenos servicios. El problema es que hemos confundido descentralizar con no garantizar la igualdad. Estamos peleando por el expediente médico único, por ejemplo y vamos a trabajar por una España autonómica pero eficaz y coordinada. Mi tierra catalana no es la España desfragmentada, es que han estado a punto de romperla. En eso vengo vacunado. Creo que España puede tener parlamentos autonómicos pero con una carta de derechos iguales que ahora mismo están en jaque. Hay que volver a recuperar el cumplimiento de la Constitución, en igualdad y derecho a la educación.
—Su mensaje habla de proyectos para cuando lleguen al Gobierno. ¿Es por los datos de las encuestas? Tenga en cuenta que en anteriores comicios ha habido fallos clamorosos...
—Desde luego. Solamente son encuestas. Pero la última vez que abrimos la urnas, ganamos las elecciones en Cataluña. Es la primera vez que gana en Cataluña un partido constitucionalista desde que estamos en democracia. Eso es alentador. Ganar a los nacionalistas en un momento tan delicado es un síntoma y es señal de que los españoles se unen en un momento difícil. Las últimas encuestas son de tres meses después de las elecciones catalanas y son aún mejores. Creo que lo de Cataluña ha sido el detonante de algo que está latente y es la voluntad de tener un proyecto de país. Esto es muy largo y cualquier patinazo se paga, pero estoy esperanzado de ver que los españoles responden a un proyecto de país más allá de rojos y azules, de la batalla diaria. Necesitamos hablar de futuro, de educación, de modelo laboral y de Europa.
—¿Cree que si PP y PSOE hubieran hecho las cosas de otra manera, a lo mejor Ciudadanos no existiría?
—Totalmente de acuerdo. Si el bipartidismo hubiera hecho bien las cosas en Europa, no habría ganado Macron en Francia, o los populistas en Italia con Cinque Stelle. La batalla intelectual y política del siglo XXI no va a ser entre socialistas y conservadores sino entre la democracia liberal, el libre comercio y la globalización por un lado y el populismo o el nacionalismo por otro, que van a intentar destruir nuestra democracia.
—Podemos se ha desinflado con el final de la crisis. ¿Cuál sería el peor escenario para que Ciudadanos se desinflara también?
—La buena noticia es que Ciudadanos era un proyecto a largo plazo para España y Podemos era un estado de ánimo para una crisis. Esos dos partidos que nacimos a la vez teníamos ADN distintos. Nosotros no teníamos veinte siglas y decíamos lo mismo en toda España. La gente percibe que parte de la estabilidad económica y las buenas noticias que llegan en parte se atribuye a Ciudadanos, que ha apoyado investiduras. Ellos querían asaltar el poder y nosotros éramos más de wait and see. Apostamos a largo y no a corto plazo. No veo desinflamiento. A Ciudadanos le interesa que España va bien. La España de Ciudadanos es la España optimista y que cree que lo vamos a hacer mejor. Es un upgrade que dicen los ingleses. Ante el hundimiento del bipartidismo, tiene que haber una alternativa que no sea el populismo o acabaremos en otro Brexit.
—¿Cuándo habló por última vez con Rajoy? ¿Es fácil hablar con él?
—Fue cuando la detención de Puigdemont, cuando se lo notificaron al Gobierno. Y también el día que hablamos de los presupuestos, de nombrar los equipos negociadores y desbloquear la situación. En lo personal tengo una relación cordial y buena. Políticamente somos rivales, como con el PSOE pero con él tengo un mínimo común denominador. Él es conservador e inmovilista y eso choca con la necesidad de reformas que nosotros vemos que necesita España, pero al menos hay un común denominador. En temas importantes como Cataluña, presupuestos, estabilidad y Europa nos hemos puesto de acuerdo. Y creo que eso es bueno para un país. El respeto institucional tiene que predominar. El problema es de ritmos, que al PP le cuesta horrores cumplir las cosas y cuando uno apoya a un partido en el gobierno, esperas reciprocidad. Y al PP le cuesta horrores, los presupuestos los hemos sacado a 24 horas del plazo límite.
—¿Y con Pedro Sánchez? Son dos personas jóvenes de la misma generación y parecía que tenía que haber más comunicación ¿no?
—De hecho la hubo cuando Rajoy le dijo que no al Rey. Desatascamos y pusimos en marcha el crono. Acabamos de aprobar los presupuestos de Andalucía porque tenemos también un espacio común, como el constitucionalismo, la economía de mercado, el bienestar, la lucha contra el terrorismo y Europa. No son nuestros enemigos. Incluso gobernando Ciudadanos habrá que ponerse de acuerdo con PP y PSOE. El problema es que los socialistas han dado un giro hacia Podemos por una cuestión táctica que no les está yendo bien a ninguno de los dos. Hay gente del PSOE como Felipe González, Alfonso Guerra o Joan Mesquida, que se están desmarcando. Hay bajas en Baleares, Solana les ha tirado de las orejas, Susana Díaz se ha enfrentado a él, Bono no está muy de acuerdo... Yo creo que un PSOE moderado o centrado debería sentarse y abstenerse a cambio de esto, de lo otro y de o otro. Iceta en Cataluña ha hablado de indultos y del cupo para Cataluña. Eso distorsiona el mensaje de un socialista que debería defender la igualdad. Pedro Sánchez defendió la nación de naciones y hay muchos socialistas que piensan que España es una nación de ciudadanos libres e iguales, no cincuenta naciones. Ese tipo de discurso y la podemización le ha alejado del centro. Yo firmé un acuerdo con Pedro Sánchez que creo que era bueno, era un pacto de partidos, pero hay un espacio común de PP, PSOE y Ciudadanos. Lo que pasa es que a los votantes moderados de esos partidos los estamos captando nosotros. Nos está empezando a llegar mucho votante del PSOE por el proyecto de país que planteamos.
—¿Cuándo y cómo se soluciona lo de Cataluña?
—La respuesta no es agradable. Es un problema crónico de España y está arraigando en la sociedad, desde la televisión pública hasta la Educación. Artur Mas aprobaba hasta hace cuatro días los presupuestos con las embajadas dentro y con la educación gracias al PP. Y en el tripartito, Montilla aprobaba y legitimaba todo esto. Zapatero pactó con Esquerra Republicana, Pujol era el socio perfecto y a mí no me extraña lo que ha pasado. Si dejas un territorio cuarenta años en manos del nacionalismo, cuando vuelves a esa parte de tu país ya no es tu país. Hay zonas de Cataluña que están desconectadas del estado por educación y aulas. Se ha minusvalorado el nacionalismo y cuando me preguntan digo: «Es que llevamos cuarenta años cediéndolo todo sin supervisión ni control». Hay que hace un plan de país, meterse a vigilar y lo que pasa en las escuelas y tener la valentía de retirar los libros que cuentan mentiras sobre la Constitución o también obligar a cumplir las horas de bilingüismo. No puedes tener a TV3 alimentando el odio. Hay que recuperar presencia del Estado para controlar lo que allí sucede. Hoy todos los españoles saben el peligro que comporta el nacionalismo y hacer un proyecto de España que vuelva a ilusionar a la gente.
—¿Confía en que habrá presupuestos?
—Yo pensaba hace una semana que saldrían porque creía que con el cuponazo tendrían los escaños que necesitaban. La sorpresa negativa y la conmoción es ver que el PNV no lo apoyará hasta que no haya un gobierno. Les das un privilegio de esa naturaleza, pactar algo fraudulento, y encima te bloquean los presupuestos. PNV y PP se recriminan cosas pero hasta el último momento hay que intentarlo porque hay una subida de pensiones, una bajada de impuestos, está la equiparación de sueldos para los policías y guardias civiles, más permisos de paternidad, guardería de cero a tres años con mil euros para la familias y hay derechos para la clase media trabajadora que son importantes. Muchas de esa políticas las hemos incorporado nosotros. Pero los nacionalistas vuelven a ser desleales. Haré todo lo que pueda y si nosotros podemos apoyar los presupuestos del PSOE en Andalucía, ellos pueden abstenerse en los nuestros. Pedro Sánchez está muy enfocado en el ‘no es no’ y esperemos que no pongan en jaque la estabilidad de la legislatura. Son buenos presupuestos, pero sin mayoría absoluta de nadie, con un gobierno tocado por la corrupción, sin presupuestos y con Cataluña abierta en canal, no sería un panorama muy alentador.