Diario de León

Obstrucciones para vehículos y peatones

El inédito mapa de las calles ‘tapón’

El polígono de Eras se construyó con viales laterales ‘muertos’, pero en la ciudad aún quedan una docena de tapones que la actualización del plan de movilidad tendrá en cuenta para favorecer la circulación y el tránsito de viandantes en los 357 kilómetros que suma el callejero leonés

La calle José Belinchón se corta con un muro de hormigón que impide volver a la calle de la Serna.

La calle José Belinchón se corta con un muro de hormigón que impide volver a la calle de la Serna.

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PILAR INFIESTA | LEÓN
León

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León posee su particular Gran Vía en Ordoño; una calle Ancha tan singular por sus flores, tiendas y bares como la Larios malagueña, e incluso una escalera de colores en Álvaro López Núñez plagada de mensajes como la tantas veces fotografiada Selarón, de Río de Janeiro. No obstante, el callejero también esconde algunas dificultades.

El área comercial y los edificios que se están levantando en el pasaje de San Agustín deshicieron uno de los callejones sin salida más conocidos de la ciudad, pero el crecimiento, a veces, irregular, de León ha dejado otros ejemplos de laberintos para los conductores y sorpresas para los viandantes. Tapones que, en su mayoría, conoce el Ayuntamiento y que intenta solucionar para mejorar la movilidad en esa red de 900 calles que suman nada menos que 357 kilómetros.

El polígono de Eras posee numerosas calles sin salida. Jesús F. Salvadores

De hecho, en la calle Collado Cerredo que acaba en un polígono se prohibió el estacionamiento, porque quien entraba al vial caía en una ratonera sin escapatoria por la estrechez y la abundancia de camiones. En Puente Castro, el Ayuntamiento también tuvo que adoptar esa medida coercitiva en el fondo de saco de la calle San Froilán. Según explican los técnicos de movilidad, «lo normal es que en los callejones y calles sin salida los vecinos se entiendan entre ellos y no exista problema, como en la calle Ignacio Díaz Caneja de El Ejido, donde han acordado aparcar en uno solo de los laterales y no existen problemas de paso, pero cuando se cursan denuncias, el Ayuntamiento tiene que ‘tirar’ de la normativa y ésta es tajante: no se puede estacionar un vehículo si en un vial ambos carriles no poseen 3,5 metros más las aceras correspondientes para que exista la doble circulación. Por supuesto, delante de la puerta de una vivienda está prohibidísimo». De hecho, a esa calle se accede desde San Pablo, donde sí se han colocado señales de prohibición.

La estrechez obligó a prohibir estacionar en Collado Cerredo. Jesús F. Salvadores

Algunos de estos tapones corresponden a desarrollos urbanísticos que se quedaron a medias o sin ejecutar, y otros se han efectuado adrede, como el polígono de Eras de Renueva, jalonado con calles laterales sin salida, como Clara Campoamor, Gordón Ordás, Carrizo, Amigos del País, Abad de Santullán, Germán Alonso, Marcelino Elosúa o Abad Viñayo, donde se ubica el centro de salud.

Un edificio fuera de alineación cierra la calle La Serna, frente al Ceas de La Rosaleda y al lado, la curiosa configuración de la calle José Belinchón García impide acceder a La Serna porque se cierra con un muro de hormigón. Uno de los auténticos galimatías se produce al final de la avenida de Nocedo. Si un conductor quiere regresar al centro urbano y ‘cae’ en Antonio Pereira, que se despida de avanzar. Tras una buena vuelta regresará a Nocedo con la única posibilidad de alejarse de su objetivo.

Al final de la calle San Pedro una casa achica la acera. Jesús F. Salvadores

Al pensar en aceras que se interrumpen surgen dos tramos en la calle San Pedro, donde al comienzo una tapia de bloques de hormigón reduce a la mínima expresión el acerado de la izquierda. El Ayuntamiento ha intentado solventarlo ampliando la acera de la otra margen y eliminando un carril de la circulación. El otro obstáculo es más complicado de corregir, al tratarse de una casa que invade la acera hasta hacerla mínima. En la calle La Puentecilla también un tramo de acera se interrumpe por una casa que invade la alineación.

El caso más claro, no obstante, se produce al final de la avenida de los Peregrinos. Tras pasar la residencia de mayores y varias urbanizaciones de chalés, calle y acera se acaban abruptamente. Una gran maceta marca el final, detrás, sólo sebes y pradería. Su paralela, Reyes Católicos, también culmina en punto muerto, contra el muro de una urbanización, pero se da salida a los vehículos para que den la vuelta con una pequeña rotonda, al igual que ocurre en la calle Unicef.

Prohibiciones de aparcar en la calle San Pablo. Jesús F. Salvadores

Otro laberinto se produce entre Santa Ana y El Ejido. La avenida Reino de León pierde todo un carril al toparse con una hilera de chalés adosados. La solución planteada consiste en retorcer la avenida 180 grados para esquivar el muro de las casas dibujando una curva que continúa en línea recta paralela al otro tramo, en dirección contraria y separada por una mediana. Al lado, por detrás de esas viviendas con patio, la calle Juan Álvarez Posadillo ‘topeta’ y se interrumpe contra el interior de esa curva.

Una casa fuera de línea estrecha en La Puentecilla. Jesús F. Salvadores

Por si fuera poco, la avenida, como el Guadiana, vuelve a surgir al pasar una línea imaginaria por encima de ese conjunto de viviendas, cruzar Bordadores, y acabar Álvarez Posadillo. Su travesía culmina con curvas entre los bloques de pisos para alcanzar Santo Tirso. En ese entramado de la ciudad, donde es obligado dar muchos frenazos para mirar a ambos lados si vienen otros vehículos, y donde es fácil perderse, el estacionamiento es complicado no sólo por la estrechez de algunos viales, sino también por la abundancia de garajes de los chalés que caracterizan la zona.

La travesía de Renueva se corta sin dar salida a Padre Isla. Jesús F. Salvadores

Como curiosidad para los peatones, en San Esteban las aceras incluyen losas de lápidas del antiguo cementerio reutilizadas.

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