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El desastre ambiental en la Variante cumple trece años

La fuga de agua por el túnel del AVE no tiene perspectivas de solución.

Lecho del arroyo del manantial de San Antón, en un paraje próximo a Rodiezmo. JESÚS F. SALVADORES

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León

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l. urdiales | león

Otro verano de escasez extrema de agua en los manantiales del norte leonés, de la cabecera de la cuenca del Bernesga; se cumplen trece temporadas estivales en situación de extrema necesidad , testamento de la horadadora que se abrió paso bajo la cordillera para armar el túnel de la variante del AVE y reventó la canalización y los cauces que, hasta entonces, distinguían esta parte de León como zona rica en recursos hídricos. Desde que el topo moldeó la galería, nada volvió a ser igual. El agua dejó de correr hacia la vertiente leonesa, por donde solía, y se lanzó a favor de obra, hasta desembocar en la cara norte de la montaña, troquelada por la inclinación del desnivel. Hace trece años que León sufre ese quebranto; para la economía social de la zona, asentada en el manejo ganadero, para el aporte hidráulico a uno de los ríos con más caudal de cuantos discurren por la provincia leonesa; hace veinte ya de un informe ambiental que pronosticó que esa tragedia ambiental se iba a producir, que la traza del túnel del AVE iba a secar los acuíferos de esta periferia leonesa. Las efemérides, sin embargo, no sirven para acotar el horizonte de la solución.

En menos de año y medio no se va a poner coto a este trasvase de agua entre territorios, que ha vuelto a pillar a León en el banquillo de los malparados. Todas las medidas correctoras que se van a tratar de aplicar para frenar la fuga de agua dependen de un estudio adjudicado en los últimos días del Gobierno del PP que tiene por objeto definir la aplicación de los retoques que se apliquen sobre el terreno para detener el sumidero que termina en el túnel de la variante, un pozo sin fondo según el resultado de la brecha en estos tres últimos lustros, según se observa.

La presión vecinal, encauzada a través de asociaciones de entidades locales afectadas por la pérdida del recurso, ha logrado doblar a la administración para, al menos, poner en marcha el estudio de soluciones. Que el agua deje de cursar hacia la otra vertiente; no basta con que no caiga al túnel, que es uno d ellos avances de la intervención emprendida para detener la inundación de las galerías que ponía en riesgo, incluso, la seguridad ferroviaria en el avance futuro del tren de alta velocidad por el nuevo pasillo subterráneo.

El desajuste tiene acento ambiental. No es lesivo para la estructura ferroviaria; dejó de serlo cuando los responsables de la obra faraónica evitaron la filtración de los acuíferos desviados hacia el túnel mediante una planchas de geotextil, eficaces para desviar el torrente hasta un asiento seguro; el agua que dejó de correr por los torrentes y manar en las fuentes leonesas no se precipita hacia el cableado, catenaria y vías del tren de alta velocidad; corre por una canalización hacia la cabecera del valle de Campomanes.

La idea que maneja el Ministerio de Fomento es trasladar esa solución de lechos de cemento a los arroyos que ahora cambian de cuenca a través de la variante. Se trata de canalizar los ríos ara rebajar al máximo las filtraciones. En esa medida se cimenta en parte el propósito del nuevo estudios que se adjudicó a una empresa pública meses atrás para lograr un inventario de daños y posibles soluciones.

Cualquiera de las medidas dispuestas desde que hace trece años comenzaron las protestas vecinales por el efecto sequía que repercute en León mientras el agua se fuga hacia el Huerna han repercutido en evitar que las filtraciones a las galerías; pero los manantiales no regresan a su cauce original.