«Menuda forma que tienen de marear la perdiz»
Los trabajadores de Vestas reaccionan con indiferencia al anuncio de un acuerdo al conflicto que ven previsible y ajeno a sus intereses para mantener el puesto de trabajo y sostener la actividad industrial en León.
l. urdiales | león
Lo único que prendió ayer noche entorno al campamento de Vestas fue la lumbre, que atenúa la resistencia de los trabajadores en las largas madrugadas ante la puerta de la factoría. No la esperanza que alentó el anuncio del Gobierno sobre un principio de acuerdo por la planta de Vestas, en fase hacia el cierre aún. «Vaya forma de marear la perdiz; esto no se puede consentir», mascullaban impertérritos los trabajadores a los que pilló de guardia el conato de solución a un conflicto capaz de agotar las mayores dosis de firmeza. Si embargo, curados en las mil batallas que han afrontado desde hace más de ochenta días, desde que se inició la lucha laboral por salvar los puestos de trabajo, con mucha antelación al anuncio de cierre patronal decidida por el consejo de administración de la multinacional danesa, el revés del posible acuerdo que se diluyó ayer en la sede del Ministerio de Industria no fue suficiente para hundir la moral de la plantilla. Una veintena de empleados de Vestas encendieron las bombillas de las luces de las tiendas de campaña que los cobijan en esa vigilia que mantienen para evitar que la empresa desvalije la fábrica. «Parece una ocurrencia, una mala broma todo lo que sucedió esta tarde», lamentaban los empleados entre las prisas que metía la televisión para el directo del informativo de noche, los gritos de los comentaristas del partido de liga de campeones o el estruendo de los camiones que cruzan por la zona cero del conflicto hacia las plataformas logísticas que se asientan en el polígono. «A ver qué efecto tiene para nosotros que Vestas se avenga a ceder la factoría para facilitar que venga un inversor y se quede con este espacio industrial; no creo que nadie pensara a estas horas de conflicto que la empresa eólica iba a desmontar la nave y llevársela empaquetada», analizaron los afectados a pie de trinchera mientras cayó otra hoja del calendario de esta guerra desigual que libran contra una compañía que tiene decidido no volver a producir en Villadangos.
El anuncio del Ministerio de Industria terminó ahogado en la desinterés de los afectados por el conflicto que mientras, ya de noche, esperaban nuevas noticias de la capital de España, volvieron a recorrer la estrategia que han planteado para envolver ese plan de resistencia que oponen a la idea del cierre de Vestas. «De aquí no nos vamos a mover, y menos con estos movimientos que no tienen ningún efecto positivo para nuestros intereses; porque no vemos que nada de los que se trate de ventilar hoy entre el Gobierno y la empresa nos vaya a resolver el puesto de trabajo, ni salvar el empleo; ya no vamos a entrar en esos detalles que parece que señalan que en ningún caso las recolocaciones no llegarían para todos los afectados», reflexionan en la penumbra que hace pantalla entre las luces del recinto industrial y la hoguera que calienta el aguante.
A la intendencia del campamento de los trabajadores de Vestas se suma desde hace unos días un montón de tablas de palés hechos astillas, combustible para sofocar el frío que acompaña el raso de las noches leonesas. La lumbre en un bidón que improvisa la fuente de calor para la resistencia obrera reporta al escenario un halo de disturbio para un conflicto que ayer tarde vivió un conato de final feliz resuelto en una líneas remitidas por los ministerios de Transición Ecológica e Industria. «Para este viaje, se podían haber ahorrado la molestia», concedían los trabajadores a las puertas de la fábrica. Las furgonetas de las televisiones plegaron las antenas después de que la solución del pulso social y laboral terminara en un conato. El conflicto de Vestas en León se prepara para su jornada 85; con los trabajadores dispuestos a no ceder en una batalla en la que se han ganado la solidaridad de la sociedad leonesa, aunque anoche la fe sólo se alimentara de una hoguera contra el frío.