EN CONTRA
La explicación del imán frente al dios cristiano
MIGUEL ÁNGEL CASTRO / Profesor de Filosofía
Miguel Ángel Castro
¿Quiénes seríamos nosotros para impedir que se enseñen los contenidos de las religiones? ¿Por qué íbamos a hacerlo? Acaso, ¿no se enseñan las fantasías de Ícaro o las novelas de caballerías? No. No vemos obstáculo en explicar tales materias. Esto es, no se trata de religión sí o de religión no en la escuela. La cuestión es determinar si las llamadas religiones son catequesis y adoctrinamiento de ciertas instituciones o, por el contrario, son contenidos que se han de explicar como el resto de asignaturas: 1) Si son catequesis, no tienen ninguna cabida en la escuela estatal y se deben impartir en sus numerosos espacios a los que tales instituciones jamás nos permiten, al resto, el uso de la palabra. 2) Si realmente no son catequesis, quienes las pretendan profesar han de someterse a los mismos procedimientos de ingreso al sistema educativo que el resto y, por ello, rechazamos de plano que, por sus creencias, tengan pase VIP y privilegios infundados. ¿O es que por su cara guapa van a seguir escapándose de los enormes esfuerzos que supone el ingreso en la función pública docente? ¿En qué se basan? ¿Por qué? Para más inri, merced al PP y a su Lomce, los alumnos han perdido toda posibilidad de conocer otras éticas, tan nobles como la cristiana o la musulmana, y tal retroceso nos lleva a la Cuba en la que sólo se explica marxismo. Un PP que eliminó la obligatoriedad de estudiar Historia de la Filosofía con los peligros que ello conlleva. Una Historia de la Filosofía en la cual se explicarían, como es de justicia, las religiones y la génesis de cada una de ellas. Ahora, lo curioso será ver cómo la explicación del imán de turno, que afirma que hay un solo dios, Alá, choca con el único dios cristiano, defendido por el catolicismo. (Algo así como si, en una clase de Biología, un profesor expone una teoría bioquímica y, al lado, en otra clase, otro la contradice). Es verdad que, en cuestiones de dinero, decía Voltaire, todas las religiones se ponen de acuerdo. Por otra parte, el amor de los creyentes, tan caros a sus dioses, nos hace sentirnos muy cómodos a la hora de exponer nuestras reivindicaciones, por su gran bondad y deseos de igualdad, que les exime de ser esforzados opositores. Ellos, los hijos de dios… En fin, amen, si pueden.