Sacar a Yulen con el método que se usó con dos mineros en el Bierzo

Los equipos de rescate que intentan sacar de un pozo de 150 metros de profundidad a Yulen, el niño de 2 años que lleva desde ayer por la tarde atrapado en el angosto interior, de apenas 20 centímetros de diámetro, intentarán utilizar el mismo método por el que fueron rescatados dos mineros en el Bierzo.

El 7 agosto del año 2003, dos mineros fueron rescatados con vida después de permanecer atrapados durante más de 48 horas en una pequeña cavidad del pozo Albares, en la Granja de San Vicente.

Para rescatarlos, los miembros de la Brigada de Salvamento del Bierzo Alto construyeron un túnel paralelo a la galería siniestrada, unos trabajos que fueron lentos y difíciles, ya que se avanzaba a metro por hora hasta que completaron una nueva vía de unos 30 metros de largo. Técnicos de minas de la Junta de la Junta de Castilla y León habían revisado la explotación minera sin detectar ningún tipo de anomalía la semana anterior al grave accidente.

Óscar Fernández, de 32 años, y Elder Francisco Magro, de 42, salieron por su propio de después del trabajo casi al límite de sus compañeros, que se relevaban cada cuatro horas para excavar un túnel de un metro por 80 centímetros para llegar a sus compañeros atrapados por un derrumbe a dos kilómetros de la bocamina del pozo Albares. A las cinco de la madrugada del 7 de agosto de 2003, las brigadas de rescate escucharon unos sonidos metálicos. Fue la señal de que estaban vivos. Los dos mineros golpeaban las tuberías metálicas de la mina para señalar su posición y, sobre todo, para indicar que seguían con vida.

De Yulen nadie sabe nada de momento. No ha trascendido más que unas declaraciones de la familia asegurando que al principio le escucharon llorar. Desde entonces, nada más.

Si no es posible el método con los mineros bercianos de Tremor,  los equipos de rescate intentarán la maniobra que se utilizó el 3 de mayo de 2010 para rescatar el cadáver de un hombre de 61 años que cayó en un pozo de doscientos metros de profundidad en una zona montañosa de Zegama (Guipúzcoa) y que obligó a un complicado operativo.

Se instalaron unas poleas, que permitieron inspeccionar con una cámara, las características de la zona antes de descender y confirmar la presencia del cadáver a unos doscientos metros de profundidad.

Luego, los especialistas colocaron un dispositivo llamado "colibrí", que, mediante un torno polea, permitió bajar a un agente con una camilla tijera, mientras un grupo electrógeno iluminaba la zona alta.

SABER CÓMO ESTÁ YULEN

Conocer el estado en el que se encuentra el pequeño, a través de una cámara, es el primer objetivo de los equipos de rescate del niño de 2 años que ayer se cayó a un pozo de más de cien metros de profundidad en una finca privada de la localidad malagueña de Totalán.

Así lo ha explicado a los medios de comunicación el oficial Aitor Soler, responsable de la Unidad especial de emergencia y respuesta inmediata de la Comunidad de Madrid, Ericam, con experiencia en rescates en cuevas y terremotos.

"Lo primero es ver a qué profundidad se encuentra y luego comprobar si está vivo o no", ha indicado Soler, quien ha precisado que la cámara permite conocer la temperatura y el movimiento, además de la conexión inmediata del niño con el exterior.

La principal dificultad del rescate es el diámetro del pozo, seguida de la profundidad.

Un camión de limpiezas técnicas va a intentar succionar en el interior del pozo donde ayer cayó un niño de dos años con una profundidad de más de cien metros en la localidad malagueña de Totalán, donde se continúa con las labores de búsqueda del pequeño. DANIEL PÉREZ

Una de las opciones -que han puesto en marcha los equipos de rescate- es la realización de una prospección paralela, que consiste es "hacer un agujero mucho más grande para trabajar con comodidad, suficientemente lejano como para que las vibraciones que se hacen en su construcción no afecten al primer pozo y no provoquen el desprendimiento de piedras", ha apuntado.

Igualmente, Soler ha señalado la importancia de "asegurar" la perforación actual con unos tubos laterales a medida que se va profundizando para evitar la caída de piedras sobre el rescatador y el niño.

La construcción de un túnel paralelo ancho, que podría llevar dos días, posibilitaría la bajada de un rescatista que podría hacer un agujero para llegar hasta el pozo inicial y el niño.

Una vez que localizado el menor, lo fundamental es hidratarlo, con un pequeño tubo que se podría hacer llegar hasta él y con posterioridad se le proporcionaría alimentación.

La situación en la que se encuentre el pequeño dependerá de una serie de factores como la temperatura del pozo -que corresponde a la media anual de la zona-, la humedad, la estrechez y el daño que haya sufrido en la caída.

Entre las ventajas del rescate de niños frente a adultos, Soler ha comentado que "no se dan cuenta de la situación tan extrema en la que se encuentran", lo que les "ayuda a resistir", y son "más flexibles", pero son "más débiles".