Diario de León

Seguros ante el cambio climático

Mejorar la predicción y educar en la necesidad de tener cubiertos los incidentes son dos de los parámetros en los que tienen que avanzar las aseguradoras BBVA advierte de las consecuencias de no afrontar el nuevo escenario.

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m. j. muñiz | león

Uno de los sectores que más se está viendo afectado por las consecuencias del cambio climático es el asegurador, pero la incidencia de esta situación alcanza también al conjunto de la evolución económica y al mundo financiero. Tomar conciencia de los costes y consecuencias que este cambio está provocando, y que se acentuarán a corto plazo, es crítico no sólo para la rentabilidad de las aseguradoras, sino para el conjunto de la economía. Y educar en la necesidad de contar con las coberturas suficientes, más allá de las exigidas legalmente, una tarea que debe intensificarse en familias y empresas. Así lo señala BBVA en el informe Situación de los seguros, que presta una especial atención al impacto del cambio climático sobre la economía y el sector asegurador. Lo explica Javier Alonso Meseguer, economista jefe de BBVA Research, que ha elaborado este informe. «Adaptar los riesgos a las contingentes que presenta la nueva realidad es fundamental».

El informe señala como uno de los más evidentes efectos del cambio climático los desastres naturales. «El cambio afecta a la estabilidad económica y financiera de los países a través de tres tipos de riesgo: el físico, como tormentas e inundaciones; el de transición hacia una economía verde y el de responsabilidad ante los siniestros».

De hecho, según explica la entidad, en 2017 los daños causados por este tipo de siniestros implicaron un coste a nivel mundial de más de 300 billones de dólares, con un incremento de los daños no asegurados. «En los últimos diez años sólo un 30% de las perdidas por catástrofes naturales estaban cubiertas por una póliza de seguros. Y el calentamiento global adelanta en este sentido un panorama aún más pesimista».

De hecho el incremento de la frecuencia e intensidad de los desastres naturales desde 1980 es del 827%. En España los más graves han sido la ola de calor del verano de 2003, las inundaciones de 1983 y la sequía de 1992. «Las indemnizaciones han vivido un incremento espectacular en el país, con picos como 700 millones de euros en 2009», señala Alonso. Que insiste en la necesidad de mutualizar los riesgos para garantizar que el conjunto del sistema pueda garantizar responder a ellos y que las empresas sigan siendo rentables.

Y no sólo eso. «Los desastres naturales impactan no sólo en las aseguradoras, sino en el conjunto del sistema financiero y económico. Es una evidencia que los países con mejores coberturas de sus riesgos mediante el sector asegurador se recuperan más rápidamente de los desastres. Que en el caso de España están vinculados sobre todo a fenómenos meteorológicos extremos».

De ahí que las aseguradoras estén revisando sus modelos para adaptarlos a la nueva realidad, lo que a priori puede adelantar un incremento en el coste de las primas. «Sí y no, señala Alonso. Está claro que hay un riesgo mayor, pero la mejor manera de disminuirlo es mejorando los sistemas que evalúan estos riesgos. Así es posible también una mejor mutualización de estos riesgos en el conjunto de la economía».

Es así porque «el sector asegurador es una pieza fundamental de la economía. Sin embargo, amplias capas de la población y las empresas no los contratan». Un factor que depende en gran medida del nivel adquisitivo de los hogares, pero también de la educación y del empleo. El gasto de las familias en seguros en España se incrementó un 9% entre 2006 y 2017, con una media de 1.015 euros por hogar (Castilla y León está por debajo de esta cifra). Los jóvenes y los mayores contratan menos, y los que más gastan son las parejas con hijos. «El gasto no bajó con la crisis, pero está aumentando con la recuperación. No se comporta como el resto de la economía, en parte porque hay seguros que son obligatorios y también porque en buena medida se prioriza este gasto sobre otros consumos».

Son todavía muchos los aspectos y sectores que no están asegurados. «Es una cuestión crítica. Si el conjunto de la población no conoce al detalle el incremento de los riesgos que comporta el cambio climático, puede darse una situación de subaseguramiento de las actividades. Aquí la educación, tanto desde el punto de vista público como privado, es fundamental».

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