Una detención bajo secreto de sumario

El secreto del sumario ha levantado un muro en torno al asesinato de Paloma Barreto, la mujer brasileña víctima de al menos 18 puñaladas por parte presuntamente de un compatriota detenido el pasado domingo en León. El crimen se produjo en la tarde del pasado viernes, pero el cadáver no fue descubierto hasta las 16.00 horas del sábado por la persona que se encargaba de limpiar la vivienda del número 62 de la calle de La Cámara, que utilizaba, según ha trascendido, como casa de citas en Avilés.

 

La falta de información oficial abre varios interrogantes. ¿Qué hizo su posible agresor durante esos casi dos días hasta que fue arrestado? y ¿cómo y por qué llegó a León; le ayudó alguien?. Al parecer, Barreto había viajado desde Alicante a Asturias pocos días antes de ser asesinada, acompañada del hombre que ahora está detenido. Ambos mantenían, según se cree, una relación más que de amistad y habían alquilado el piso de forma conjunta. Ayer prestó declaración en la Comisaría de Policía Nacional de Avilés como único sospechoso y hoy previsiblemente pasará a disposición judicial.  

El arresto se produjo en la mañana del pasado domingo en la estación de León de Sáenz de Miera, cuando, al parecer, se disponía a coger un autobús. La Policía Nacional asturiana lo tenía en su punto de mira tras descubrir en el piso avilesino varios indicios, le siguió y pidió colaboración a sus homólogos leoneses para que les dieran cobertura en la detención. Paloma Barreto, nombre utilizado por Sara Fernández para ofrecer servicios sexuales, había recorrido media España y era muy conocida en el sector, según destacan en el Principado.  

Se anunciaba como transexual en varias páginas especializadas, en internet y en foros. Antes de llegar a Avilés, había trabajado, entre otros lugares, en el País Vasco, Valencia, Madrid y Galicia. Tenía 38 años y se definía a sí misma como escort o acompañante de lujo remunerada. Para desplazarse por España, utilizaba el «sistema de plazas», como se conoce al alquiler de habitaciones para ofrecer servicios sexuales durante periodos de tiempo limitados, bien durante días o durante semanas.  

Finalizado ese periodo, se mudan a una nueva ciudad. Este sistema había permitido a Paloma Barreto conseguir clientes y amigos en buena parte de la geografía nacional. Tras descubrirse su cadáver, el juzgado de Guardia de Avilés decretó el secreto de sumario. Los agentes centraron la investigación en el entorno de la víctima y llegaron hasta el presunto asesino, su acompañante también brasileño que se solía travestir y cuyo rastro, al parecer, dejó evidencias en el piso avilesino donde se produjo el brutal crimen y en el móvil de la víctima.