Diario de León

La sala que acabó en depósito de bicis

Fotos: ARCHIVO

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Más de 17 años después de que quedara en el abandono, reservado tan sólo como espacio para la reparación de las bicicletas del servicio de préstamo y cuartel accidental de materiales diversos, el cine Abella vuelve a ocupar el foco de la escena. Ya ni siquiera quedan las letras para atestiguar la herencia del local, que apagó su cinematógrafo en el año 2000 para dejar caer el telón de la sala con capacidad para 600 personas que había abierto en 1967 el empresario asturiano Fernández Arango. El propietario, que a su vez cerró la operación de los cines Pasaje para una promoción privada, puso en venta las instalaciones de la avenida Padre Isla después de alquilárselas al consistorio durante varios años para actividades del Es.pabila, el plan municipal contra las drogas, y para los conciertos del Purple Weekend. En 2002 la titularidad pasó al Ayuntamiento de León, que canjeó los 727.683 euros de la tasación, más los 46.124 euros de los recibos pendientes, por derechos urbanísticos. A partir de entonces, el uso como centro cultural y de ocio, centrado en los mayores, quedó pospuesto ante la factura y los problemas que acarreaba la adecuación a la normativa de seguridad. Entonces, el consistorio intentó venderlo. No lo logró. Ahora se quiere recuperarlo.

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