«Se eliminaron los añadidos que se hicieron en los años 60»
—¿Por qué se construye este atrio nuevo? ¿Cuál es su justificación y utilidad?
—Estamos en la zona central, en el corazón del edificio. Este espacio existía originalmente en el edificio, era distinto, aunque no hay documentación. La intervención que se hizo en los años 60 fue una intervención muy dura con el edificio. Se eliminaron estas crujías centrales que conformaban un pequeño patio en esta zona para darles un uso hotelero. Ahora, lo que se pretende es recuperar la volumetría original del edificio, que es un edificio de crujías perimetrales entorno a un patio. Ese es el funcionamiento original que tenía el edificio. Se eliminan todos los añadidos que se hicieron en los años 60, cuando se forjaron estas plantas y se les dio uso de salones y otros usos de hotel. Y se recupera el espacio como corazón del edificio. Lo hemos denominado «atrio» en referencia a la «domus» romana que era el centro de la vivienda desde donde se distribuían todos los usos. En este edificio que tiene ese uso residencial, va a ser el punto de encuentro para los huéspedes y para el funcionamiento del edificio.
—¿Por qué el atrio tiene este aspecto moderno y no se recuperó la arquitectura antigua?
—La arquitectura antigua no existía, no se puede recuperar algo que no existe. Esto fue destruido en los años 60, no es posible recuperarlo. Se han recuperado otras zonas del edificio, las zonas históricas. Se han puesto en valor, se han hecho muchas intervenciones de recuperación de esas zonas, pero aquí, concretamente, no había nada. Se recupera el original de un modo volumétrico y funcional. Este espacio genera unas circulaciones alrededor de él, unos núcleos de circulación, que hacen que funcione el edificio de una manera más parecida a su origen.
—¿Cómo describiría el interior del renovado Hostal de San Marcos?
—Es un interior sobrio, con pocos materiales. Materiales que se han ido utilizando y adaptando a todas las situaciones, tanto en espacios grandes como en espacios pequeños… Y yo creo que también genera un contraste con la fachada monumental. Llegas al edificio ves esa fachada y luego entras en un espacio yo creo que es adecuado y sobrio, que no compite con el exterior.
—¿Cuáles han sido los principales materiales empleados en la rehabilitación?
—Principalmente la piedra natural, las maderas naturales y luego un color oscuro que a mí me trae un poco el aire monacal de un edificio de este tipo, con claustro, que ha tenido muchos usos, que ha sido convento, que ha sido hospital. Esos colores oscuros atenúan la formalización de la arquitectura. Creo que contrasta con el exterior renacentista y que se adecua muy bien al edificio.
—¿Cuáles han sido las principales dificultades durante la ejecución del proyecto?
—Dificultades muchas. Primero: impone mucho trabajar en un edificio de estas características, lógicamente. También hemos encontrado, una vez desarrollado el proyecto, a la hora de realizar la obra, muchas cosas que adaptar. Porque hemos ido encontrando restos que no estaban previstos. Por ejemplo, ha habido que proyectar de nuevo la zona de recepción para poner en valor los muros del siglo XI que han aparecido. Yo creo que el reto durante la obra ha sido flexibilizar las soluciones constructivas para poder irlas adaptando lo mejor posible a las situaciones que nos hemos ido encontrando.