Diario de León
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El empeño de objetos para obtener liquidez ha sido un recurso históricamente utilizado, pero como ‘monte de piedad’ la actividad pignoraticia se inicia en 1492 en la ciudad italiana de Perugia. Los franciscanos desarrollaron esta propuesta para prestar dinero a las personas y que no cayeran en la usura imperante en aquellos tiempos. Se empeñaban sobre todo ropas y joyas.

En España esta actividad tomó especial importancia a través de las arcas de limosna, hasta que en 1702 se fundó el Monte de Piedad de Madrid. Luego se fueron extendiendo, sobre todo de la mano de las cajas de ahorro.

Los montes de piedad son entidades sin ánimo de lucro que facilitan crédito con el único aval de la joya que se entrega, y un bajo tipo de interés por el tiempo durante el que se mantiene la operación. «Eso hace que sea un producto atractivo y asumible en momentos puntuales de necesidad de financiación».

Una fórmula que, asegura Viejo, «hoy mira al futuro». El crédito se concede de forma sencilla: el cliente acude a una de las oficinas de Montecyl (en España hay 27 oficinas de 10 fundaciones), y un experto tasador valora en el momento la pieza y ofrece una cantidad económica que entrega en el momento. El crédito suele fijarse por un año, y genera unos intereses, más bajos que los del mercado.

La joya puede rescatarse en el momento que se desee entregando la cantidad pactada y los intereses que se hayan generado hasta entonces. Un 97% de los objetos que se empeñan son recuperados por sus dueños.

En caso de que no sea así y el crédito venza, la pieza sale a subasta. Si el precio que se objetive por ella en la subasta es superior al que se había entregado al cliente en la tasación, la diferencia se le entrega a quien en principio era propietario de la joya. Montecyl está realizando subastas ‘on line’. «Los montes son hoy entidades modernas, abiertas, seguras y fiables que ofrecen financiación accesible a personas con circunstancias muy diversas».

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