Los hogares rescatan el consumo de la Navidad
Pese a la caída de la hostelería, las ventas de pescados y mariscos crecen más de un 8% aupadas por el gasto de los particulares, aunque redundan en «unos precios como nunca» que se han duplicado en apenas semanas
Para que León pueda comprar los tenderos van a la compra a las seis de la mañana. Cuando la ciudad todavía duerme, el mercado de los mercados se convierte en un trajín de camiones y furgonetas que aparcan en los muelles asomados a la ribera del Bernesga, abren los portones traseros y cargan cajas y cajas de mercancía. El paso intermedio de la cadena comercial anota más de 350 vehículos diarios cada madrugada en Mercaleón. No los paró ni siquiera los meses más duros del confinamiento, durante el cual el negocio demostró su capacidad para garantizar el abastecimiento al que, al margen de los grandes supermercados, acuden las tiendas de alimentación y buena parte de la hostelería leonesa para luego surtir a los ciudadanos. Con este termómetro se mide el consumo. El mercurio muestra que los hogares logran enjugar la caída de los bares y restaurantes hasta marcar los 34.201 kilos que, entre Nochebuena y Navidad, se pondrán en las mesas leonesas: 23.361 kilos de pescado, 10.472 de marisco y 368 de otros derivados. En suma, un 8,6% más de ventas de estos productos que la misma semana previa al 24 de diciembre del pasado año. Incluso «con precios nunca vistos», como advierte Julio Martínez, mayorista de Herju, mientras juguetea con las nécoras que se escapan de la caja.
Estas andaricas hace una semana las vendía Fernando Santos en su pescadería del número 8 de la calle Las Fuentes «a 18 euros el kilo» y ahora las compra en Mercaleón «a 33 euros», como cita de ejemplo. «Han subido casi al doble», concede el pescadero, a la vez que el mayorista admite que «no tiene sentido porque hay producto de sobra». «Se debe sobre todo a la demanda de particulares que hacen que suban los precios pese a la bajada de la hostelería. El que no puede salir se lo gasta más en estas fechas en comer en casa», coinciden en analizar intermediario y tendero. En el suelo se apilan las cajas para cargar en el camión: centollos, bogavantes, almejas, mejillones, langostinos, angulas, una morena... «En Navidad es lo de siempre, aunque esta vez los que se llevaban una lubina de tres kilos ahora lo hacen con una de kilo y medio. No son tantos a comer o a cenar en casa. Las mesas son más pequeñas porque no se puede juntar tanta gente», resuelve el comerciante.
Fuera espera José Luis Juan con la furgoneta lista para cargar. Desde Olleros de Sabero vende, pueblo por pueblo, pitido mediante para avisar de que llega, a toda la comarca. Sube hasta Riaño y Maraña y baja por el valle de Gradefes e incluso se asoma a Grandoso. Atiende, como define, «a lo que queda en los pueblos», donde este año la Navidad censan «cuatro casas más abiertas de los que han quedado». «Eso se nota», recalca.
Al crecimiento se muestra ajena la hostelería. El sector mantiene en cifras «muy flojas», como señala Fernando Cabezas, antes de cerrar el maletero para ir a toda prisa a abrir la cafetería El Molinillo, en la calle Marqueses de San Isidro, frente a la clínica San Francisco. Pero estos números no arrastran la contabilidad de los mayoristas. Están «vendiendo más porque, quieras que no, lo que no se consumen los bares se va a consumir en casa más, sobre todo el marisco», describe José Ferreras, de Central Burgalesa de Pescados, quien abunda en que «durante el confinamiento ya se notó». El precio, detalla, «no ha subido con respecto a la Navidad pasada, pero sí el doble con respecto a lo que había hace un mes». «Me alegro de que la gente vuelva a las tiendas pequeñas», apostilla Jesús Llorente, «catedrático emérito del mercado», como lo define el gerente de Mercaleón, Carlos Javier Suárez, quien constata el aumento de las cifras.
A las siete apenas queda pescado y marisco. Pero en el muelle contiguo el acarreo de la fruta y la verdura no cesa. «Va lento porque por estas fechas había más pedidos, más reservas, y esta vez parece que la gente no se atrevido tanto», explica Javier Rodríguez, de CMR Frutas. En estos productos «ha bajado, sobre todo porque mucha gente se ha ido a los grandes supermercados», apunta el mayorista. Esta semana que viene facturará «4.000 kilos de uvas» frente a los «menos de 1.000 de una semana normal». La tradición no tirará lo mismo de otros productos, como señala Luis Álvarez, del Cash Cuevas, porque «el 50% del alcohol se vende en estas fechas, sobre todo en Nochevieja, y este año la hostelería está bajo mínimos». Aunque los hay peores. «Una semana normal, vendo tres veces lo de ahora», reseña Víctor Javier González, de Avícola Morales, resignado a que la Navidad no sea su fiesta.