«Transeúntes», el único proyecto social que evitaba la mendicidad en León, deja de salir hoy a la calle, ahora tomada por indigentes rumanos
Mendigos periféricos
Hoy es el primer día que no saldrá a la calle el periódico «Transeúntes», clausurado por la falta de res
El periódico Transeúntes funcionó en León durante seis años. En todo ese tiempo, 300 desamparados encontraron en este proyecto editorial un modo de vida provisional que les sacó de la calle y de la mendicidad. Sin embargo, durante los últimos meses, quizá años, cada quincena -periodo de difusión del periódico- se tiraban literalmente a la papelera periódicos por valor de 1.200 euros ante la falta de respuesta de la sociedad leonesa, afirma el responsable del proyecto, José Luis Alonso. Los números son los siguientes: para que la publicación fuera rentable, había que tirar 5.000 ejemplares, de los cuales no se vendían ni la mitad. Cada número salía por 50 céntimos de euro, siempre que se tirase en Asturias y que el número de la tirada no fuese inferior a 6.000 o 7.000 periódicos. No fue posible mantener estas cuentas en una entidad que si fuera una empresa se encontraría en quiebra desde hace tiempo. En esta ocasión, la respuesta institucional fue contundente y muy ágil y el Ayuntamiento ofreció todos los medios necesarios para seguir adelante con el proyecto. Sin embargo, sus responsables se negaron y sostuvieron la coherencia que han mantenido con el proyecto en su larga trayectoria, de forma que antepusieron la dignidad de sus vendedores a la caridad municipal. «Guardo un sentimiento de frustración porque León no ha entendido Transeúntes», confiesa antes de expresar muy gráficamente lo que pasa en nuestra ciudad: «La policía necesita sus delincuentes, y parece que la sociedad necesita sus mendigos», algo contra lo que la asociación que dirige el proyecto ha luchado insistenmente desde el mes de julio de 1996. Y para muestra, un botón. Los vendedores trabajaban en los últimos meses una media de nueve y diez horas diarias: cuatro, en las puertas del centro de salud de José Aguado, y seis más en las de El Corte Inglés. Al final del día, dos periódicos vendidos. «Por qué los mendigos van a las iglesias y no a los bancos, que es donde está el dinero», se pregunta Alonso. Ahora, quienes un día fueron beneficiarios del proyecto -en su parte social continúa desarrándose; sólo muere el periódico- prefieren ser anónimos para tener más fácil su acceso a un puesto de trabajo. Dos o tres ya tienen una oferta en firme, y el resto está «encauzándose», dice José Luis Alonso. «No son probres hombres, no son dignos de lástima, sino de admiración», defiende. Las estrictas normas de Transeúntes obligaron a abandonar a casi la mitad de las personas que pasaron por el proyecto en sus seis años, consecuencia de los ambientes residuales por los que estaban envueltos. Casualmente, la desaparición del periódico coincide con una notoria proliferación de la mendicidad en León y, sobre todo, en los grandes accesos de la periferia. Ante el silencio con el que respondieron a este periódico tres de ellos, fuentes policiales aseguran que, en su mayoría, son familias enteras de rumanos que se distribuyen por la ciudad para mendigar. Algunos de ellos ofrecen mecheros y pañuelos de papel, pero son la minoría. La mayor parte sólo pide y su nuevo lugar de asentamiento son los cruces de Carrefour, Michaisa y el Crucero, y en áreas como La Virgen del Camino en las que no hay un gran asedio policial. Las mismas fuentes aseguraron que, pese a su nomadismo, gran cantidad de ellos y sus viviendas están controlados.