A la sombra del tren
Bilbao
Cuando en la década de los cuarenta se bautizó esta calle Bilbao, en realidad se daba nombre a las cuatro casas instaladas y que, con el paso del tiempo, darían forma a una arteria situada en paralelo aunque en un plano superior a las vías de vía estrecha que desde el corazón de nuestra ciudad llegaba hasta la ría bilbaína, al «gran Bilbao» liberal, industrial y marinero. Y así es la calle Bilbao hoy en día, dibujada en descenso en sus inicios y ligeramente curvada, transcurriendo su mediano trazado en sentido paralelo al tren. Comienza en la bulliciosa avenida de Álvaro López Núñez, no teniendo salida en su parte final. Un irregular muro delimita el paso a las vías del ferrocarril por su lado izquierdo, salpicado a trechos por algunos árboles de mediano tamaño. Lo que en principio se podía considerar como un simple ramal urbano sin mayores connotaciones sociales, ha devenido en nuestros días hasta constituirse como una calle «con todas las de la ley». De aquel viejo rincón remozado del creciente León de antaño, hoy sobresalen unos cuantos edificios de cierto empaque y vistosa construcción, insertados en una panorámica común a todo este emergente entorno. Allá por el año 1910 lo que ahora conocemos por el Espolón eran una amplia campera conformada por las conocidas Eras del Moro y todos los lugares ocupados hoy por la estación del ferrocarril de vía estrecha de León a Bilbao, además de las calles que constituyen en nuestros días el barrio del Canario en que nos encontramos. Dentro de esta considerable extensión se celebraban las tradicionales ferias de ganado, acudiendo tratantes que daban colorido a tan lúdicas convocatorias, dispuestas entre puestos de churros, chocolate y aguardiente, baratijas y toda clase de aperos. Y decimos barrio del Canario a este núcleo de calles que se extiende hasta prácticamente la parte trasera de la iglesia de San Juan y San Pedro de Renueva, cuyo nombre aún subsiste aunque se vaya diluyendo con el paso del tiempo. Una castiza denominación nacida en recuerdo del inolvidable «Tío Canario», uno de los primeros pobladores de esta barriada, aparte de auténtico precursor, un siglo atrás, de las que son ahora entidades inmobiliarias. Lamentablemente, su nombre se va olvidando sin que la ciudad le haya rendido un merecido homenaje.