Las sagradas letras
Se completa la plaza con algunas casas tan destacadas como las que hacen los números 7 y 14, luciendo esta última en su portada la fecha de 1926. En la actualidad y pendiente ya de una próxima reorganización que cambiará en gran medida su estampa urbana, la parte centra de la plaza es peatonal, adornado si puede decirse así por unos árboles ya veteranos y cinco diminutos faroles que completan su imagen de tiempos pasados. La reforma no incluirá, como ya se previera en el lejano año de 1963, el traslado provisional a nuestro enclave de la fuente ubicada en la inmediata Plaza de San Isidoro. Una decisión aprobada entonces por el Pleno municipal y que estaba motivada por las obras de urbanización llevadas a cabo en la misma, aunque finalmente nunca se llevaría a efecto. Para hablar de nuestro protagonista Santo Martino habría que preguntarle a don Antonio Viñayo, gran estudioso del personaje en cuestión, así que nos limitaremos a ocuparnos de tal menester en la forma más breve y precisa posible. Este varón sabio y santo nacería en la propia capital leonesa, o en su alfoz, entre los años 1120 y 1130. Siendo aún muy niño, "pusiéronle sus padres a aprender las sagradas letras", en lo que fue una determinación que le acompañaría el resto de su larga y productiva vida. Una vez fallecida su devota madre, padre e hijo ingresarían en el monasterio de San Marcelo, iniciándose en el campo de la cultura y la religiosidad. En el cenobio completaría sus saberes sobre los salmos, himnos, cánticos espirituales y el antifonario gradual gregoriano. Una vez pertrechado de semejante bagaje espiritual y piadoso, el luego conocido como Santo Martino sería ordenado subdiácono. Fue entonces cuando repartió sus riquezas entre los pobres, iniciando acto seguido la ruta de peregrinaciones que le llevaría a convertirse en una de las personalidades más relevantes del siglo XII. Un camino que le llevaría a Oviedo y Compostela; luego viajaría lejos de nuestras fronteras.