Diario de León

VILLAMOROS DE LAS REGUERAS

Pirómano por venganza

Madrugada del 5 de junio. El Mercedes de un hostelero valorado en 30.000 euros queda hecho cenizas. Cinco días después, en la misma calle arde el vehículo del pedáneo. Las alarmas saltan y los 300 vecinos de Villamoros

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P. Infiesta Redacción - LEÓN.
León

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El pueblo de Villamoros de las Regueras, en el que están censados 300 personas, vio alterada su habitual tranquilidad el pasado 5 de junio. Al filo de la una y media de la madrugada, el Mercedes del propietario del mesón El Gallego quedó destrozado por un incendio intencionado. Debajo del vehículo aparecieron cartones y bolsas con trapos que habían sido previamente rociados con combustible para favorecer el fuego. Nadie había visto nada. Tras escuchar una explosión, el hostelero saltó de la cama y logró sofocar las llamas con los extintores del mesón, aunque demasiado tarde. El día 10, a escasos metros, otro coche, un Opel Astra, fue pasto del fuego. Eran las once menos cuarto de la noche y el presidente de la Junta Vecinal de Villamoros, Eleuterio González, acababa de estacionar el automóvil junto a la casa de su cuñado, Salvador Velasco, para ultimar las fiestas del pueblo. Un vecino les llamó al timbre para avisarles. Cuando llegaron los Bomberos, el coche estaba inservible. Los habitantes de la localidad comenzaron a sentir «pánico», según reconocen, porque dos coches en una semana les hacían temer que una banda de apostadores quería cebarse con sus propiedades. Incluso se organizaron para vigilar por las noches. La Policía Local de Villaquilambre y la Guardia Civil también comenzaron a peinar la zona para sorprender a los posibles culpables. Sin embargo, el autor estaba muy cerca, a escasos metros. La Policía Judicial del puesto de Armunia descubrió a M.L.A., de 67 años, tras una certera investigación. Tras detenerle, el hombre confesó que había incendiado el vehículo del hostelero porque hacía dos años que le había entregado unas lechugas y aún no se las había pagado. En el caso del pedáneo actuó, porque le parecía un prepotente y no le caía bien, según fuentes judiciales. Incluso reconoció que el siguiente en la lista era el cuñado de González, miembro también de la Junta Vecinal. Ambos parientes reconocían ayer que la detención de su vecino les había sorprendido mucho y que deseaban que todo pasara cuanto antes. González sólo recordaba que hace dos años pidió a M.L.A. que tuviera cuidado con sus perros. El pirómano está de nuevo en el pueblo. Su casero se negó a hacer valoraciones.

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