Diario de León

El gran escritor religioso del siglo XII

Plaza de Santo Martino (y III)

La plaza de Santo Martino acoge aún algunas muestras de arquitectura de principios del pasado siglo

La plaza de Santo Martino acoge aún algunas muestras de arquitectura de principios del pasado siglo

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León

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Según les adelantamos en la sección correspondiente al día de ayer, Santo Martino vino al mundo en la capital leonesa allá por los años 1120 a 1130, ingresando en el monasterio de San Marcelo junto a su recién enviudado padre. Allí completaría su formación religiosa con el estudio de himnos, salmos y otros cánticos espirituales, hasta ordenarse como subdiácono. A partir de entonces iniciaría una ruta de peregrinaciones que llevó en primer lugar a Oviedo, con el propósito de venerar las reliquias de San Salvador. Posteriormente se dirigiría hacia Compostela, para cumplir con el rito de postrarse ante el sagrado sepulcro del apóstol Santiago. Era el momento de salir de las fronteras hispanas en su persecución de lo trascendental, encaminándose a Roma durante el período de cuaresma. La tradición cuenta que Santo Martino fue recibido, en la gloriosa fecha de Pascua, por el propio pontífice. Desde allí partiría a Tierra Santa, sirviendo durante dos años en un hospital de Jerusalén. También visitaría las ciudades de Samaria, Galilea, Fenicia y Antioquía, en la lejana y exótica Siria. Posteriormente se detuvo en la cosmopolita urbe de Constantinopla, donde adquirió una casulla que luego donaría al monasterio de San Marcelo. Antes de regresar a nuestro país recalaría finalmente en París e Inglaterra, donde tuvo contacto con eminencias de la época como Pedro Lombardo, Ivo de Chartres o Anselmo de Canterbury. De nuevo en León se ordenaría como sacerdote agustino, ingresando en el monasterio de San Marcelo. Más tarde y con el propósito de endurecer su regla, pediría el traslado al monasterio de San Isidoro, habitando entre sus históricos y venerables muros el resto de su vida. El humilde aposento de Santo Martino estaba situado junto a la hoy conocida como cámara de Doña Sancha. Tal como refleja uno de los manuscritos, el santo leonés comenzaría a redactar, allá por el año 1885, los dos volúmenes de su obra, titulados Concordia entre el Viejo y el Nuevo Testamento. Parece ser que escribía sobre tablas de hueso y auxiliado por siete clérigos amanuenses, que pasaban posteriormente los escritos al pergamino. Aunque sus afanes no se limitaban a la oración y el estudio, pues según narra el Tudense también dejó dos monumentos arquitectónicos que él mismo ordenaría construir: una capilla en honor de la Santísima Trinidad ubicada en el claustro-cementerio, además de otro oratorio dedicado al Santo Cristo que estaba encima del Panteón Real de San Isidoro, en lo que antes fue tribuna regia.

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