Diario de León

FUEGOS

La pirámide de la hoguera instalada en Guzmán alcanzaba los quince metros de altura

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que vieron morir a ritmo vertiginoso miles de kilos de explosivos lanzados con la velocidad del rayo desde las torretas instaladas a ambos márgenes del río. Los arcos en el cielo eran visibles desde kilómetros alrededor de la ciudad, por ejemplo desde Oteruelo, donde la Junta Vecinal invitó a los vecinos a esta fiesta tan especial. Los responsables municipales consideran que la quema de fuegos artificiales es el espectáculo más rentables de las fiestas ya que aunque se invierten más de 144.000 euros en las tres sesiones organizadas son miles y miles los leoneses que se acercan a las márgenes del río Bernesga para conttemplar las decenas de combinaciones de luz y sonido que con un poco de pólvora pueden lanzarse al aire. Los responsables de la empresa pirotécnica compostelana Calo lanzaron al cielo de León más de cinco toneladas de material explosivo, siguiendo un complejo programa en el que la informática juega ahora un papel funddamental. La carcas con más explosivo sólo lleva siete gramos, eso indica la cantidad de disparos que se pueden hacer en una noche como la de ayer. Como ya viene marcando la tradición, la plaza de Guzmán acoge la quema de la hoguera que desde hace siete años elaboran los operarios en los talleres municipales utilizando maderas que permiten alcanzar buena combustión pese a los 15 metros de altura de la pirámide, coronada con una evocación al maestro Gaudí. La fiesta continuó de la mano de Els Visitants, que revolucionó a los asistentes con una orgía de música, miles de colores y sorpresas pirotécticas, que arrancaron todos los aplausos. El correfuegos comenzó en la plaza de Guzmán e hizo participar a todos aquellos que se encontraban en Ordoño II, la plaza de Santo Domingo y la plaza de San Marcelo. El espectáculo corre de la mano de quince actores. En la otra punta de la ciudad, en el parque de la Candamia, y a la misma hora se celebraba, por segundo año consecutivo, el rito mágigo de la noche de San Juan. El grupo Es.pabila organizó una fiesta alternativa con el fin de resucitar viejos ritos de brujería y artes adivinatorias. Los leoneses que optaron por disfrutar de la noche en La Candamia obtuvieron como recompensa por acudir al aquelarre una «poción» con todos los ingredientes necesarios para vivir el rito purificador del fuego. La magia ligada a esta fiesta tan especial no se murió con los fuegos y tras las cenizas, la música y el baile tomaron el relevo protagonista. La actuación del grupo leonés, Café Quijano, movilizó a los leoneses, que disfrutaron de los fuegos en Sáenz de Miera, hacia la plaza Mayor. En San Juan volvió a triunfar la magia, la alegría y la fiesta.

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