Deber apostólico

El edificio, como tantos otros de la capital, es obra del estimado don Ramón Cañas del Río, y la iglesia se pudo levantar en un solar anexo al convento que cedieron para tal final las monjas de la Anunciata. La misa inaugural fue oficiada por el obispo de la diócesis señor Larrea y Legarreta, siendo presentado en el transcurso de la misma el nuevo párroco don Heriberto Ampudia: «El día que te presentabas como pastor, padre, amigo, para un grupo de cristianos que hoy te lloran y se acuerdan de ti», así le recordaba uno de sus parroquianos. Pero hemos de situarnos ya en el plano urbanístico, nuestro cometido al fin y al cabo, para indicar a nuestros lectores la ubicación de la calle del día. Nos encontramos en el término municipal de San Andrés del Rabanedo, en una vía que se inicia en la renovada Glorieta de Malpaso y concluye en los prados, dejando antes y por su lado izquierdo el lateral del nuevo parque infantil que por este lado alarga la calle. Sí, en una extensión a medio arreglar conocida por La Vega y que, una vez urbanizada, llevará en un futuro próximo hasta la calle Azorín. Homenaje al párroco Su trazado es suficientemente ancho y recto, pero a modo de nota negativa y casi recién iniciado el siglo XXI, permanece sin asfaltar. Aunque su importancia urbana no tenga mayor relevancia social, el peso específico de la calle bautizada en homenaje al Padre Heriberto Ampudia radica en la impronta moral de un personaje que supo dirigir y ser querido en este gran icono religioso que conforma el entorno de la parroquia de La Anunciación. La siempre agradecida barriada ha querido perpetuar su recuerdo en justo homenaje a este hombre, honesto y entregado a sus ideas cristianas, fallecido en el cumplimiento de su deber apostólico.