César Augusto Sandino

El punto histórico de partida de Nicaragua se debe al inevitable Cristóbal Colón, quien desembarcó en sus costas en 1502. A partir de entonces se sucederían las expediciones de conquista y descubrimiento, en el curso de las cuales se fueron fundando las principales ciudades del hermoso y naciente país. Incluido durante la época colonial en la Capitanía General de Guatemala, Nicaragua sufriría las habituales incursiones de piratas y corsarios, en busca de las deslumbrantes riquezas que atesoraba la nación. Dotada de Universidad desde 1816, por aquella misma época comenzaron a sucederse las revueltas en busca de la anhelada independencia del trono español. Las distintas sublevaciones, protagonizadas por los criollos, lograrían finalmente su objetivo, proclamándose la independencia de Nicaragua el día 15 de septiembre de 1821. Unida políticamente a Méjico durante cierto tiempo, sancionaría su propia Constitución el 10 de abril de 1826, entrando a partir de mediados del siglo XIX en una serie de guerras civiles y conflictos entre liberales y conservadores, fiel reflejo de lo que ocurría por aquel entonces en la llamada "madre patria". Trasladada la capitalidad a Managua en 1858, la nación ha vivido bajo la influencia, nefasta casi siempre, de los intereses norteamericanos. Tras la invasión del aventurero William Walker en 1855, a partir del año 1912 el poderoso vecino del norte se adueñaría de Nicaragua, en una intervención militar que se prolongó hasta 1933. Fue entonces cuando surgió la figura de César Augusto Sandino, un caudillo popular que se alzó en armas con el propósito de expulsar de su patria a las tropas yanquis. Sobre la base de su ideología triunfó, el año 1979, una revolución popular que ha dado paso a un sistema democrático que sin duda encauzará el futuro de la querida Nicaragua.