La gran ofensiva

LA semana que empieza va a ser de aúpa. Fin, en la práctica, de las vacaciones. La clase política que retorna para asistir a un trascendental pleno del Congreso que sancionará de una vez la Ley de Partidos la ilegalización inminente de Batasuna, que viene a ser lo mismo. Actividad a toda marcha en la Fiscalía General, y el habitual dinamismo febril en el juzgado de Garzón. Toda una ofensiva, dicen que no demasiado coordinada, pero que sin duda será eficaz, para acabar con los desmanes del brazo político de ETA. Es el caso que este lunes habrá refrendo parlamentario, por enorme mayoría, a lo que ya un juez y el fiscal general han iniciado: la marginación de una coalición que, como Batasuna, no actúa en política, sino en matonismo y, en todo caso, fuera del sistema. Porque colocarse al margen de todo es decir que no se reconocen las «leyes españolas» e incitar a incumplirlas. Algo que, por el contrario, no ha hecho el PNV, de donde surgen voces de moderación que indican que, aunque la Ley de Partidos no les guste, la acatarán. Entre otras cosas, porque, de cara a las próximas elecciones municipales, los peneuvistas serán los grandes beneficiados por la ausencia de Batasuna. A ellos les conviene esta ausencia, y a los demás, a todos nosotros, también: no en vano sabía Mitterrand, y así nos lo dejó dicho, que el verdadero poder reside en lo local, más que en el Parlamento nacional o en el palacio del jefe de gobierno o del Estado. Desde los municipios intentaron los de Batasuna tomar el poder, impidiendo entre otras cosas que sus adversarios políticos pudiesen concurrir en las mismas condiciones que ellos; ahora se van a ver barridos de los municipios porque no concurrirán, salvo con tretas y añagazas, a las elecciones. Y es éste un dato fundamental. Ignoro lo que ocurrirá en el espacio de tiempo que transcurra entre que este texto concluya de escribirse y se publique, pero en esas horas podrían pasar bastantes cosas. Tanto la Ertzaintza como la Policía y la Guardia Civil están en estado de alerta ante posibles represalias es, desgraciadamente, lo habitual de ETA, que ve que la ilegalización de Batasuna es un serio golpe para las posibilidades de actuación de la banda. La fuga bochornosa de La Santé del especialista en explosivos «etarra» Ismael Berasategui, el robo reciente de algunas toneladas de cloratita (también, mire usted por dónde, en Francia) y el clima de enorme crispación que se vive en Euskadi hacen que quienes saben de estas cosas auguren posibles nubarrones. Ojalá se equivoquen, pero, por si acaso, nunca está de más extremar las precauciones. Ya sabemos demasiado de la rabia ciega de ETA. Por lo demás, esta es la semana del retorno a sus tareas de Aznar, de sus ministros (y, por tanto, de las reuniones del Gobierno, de los maitines y demás), de la oposición, eufórica porque Zapatero ha ganado al presidente del Ejecutivo en la última encuesta del CIS (y eso, pese a la inactividad de los responsables del PSOE en las últimas semanas). Ha sido un mes que podría calificarse de tranquilo, pero que podría pasar a la Historia como muy importante si la maquinaria que ha empezado a ponerse en marcha en la lucha contra el terror llega a funcionar de manera engrasada. Claro que, para eso, hace falta mucho diálogo y el acuerdo de muchas voluntades, y diálogo, lo que se dice diálogo, no ha sido precisamente lo que ha primado hasta ahora en la vida política nacional, aunque aseguran que el teléfono, desde Menorca, ha funcionado abundantemente este verano.