CRÓNICAS DE AGOSTO
Zumbando hacia atrás
TÉCNICAMENTE, eso debe llamarse retroprogreso. Mientras un diluvio espantoso nos retrotrae fatalmente a la época más dura de la Biblia, cuando los hombres estaban solos antes Dios sin poderse escudar con artilugios inventados por ingenieros, arrecian los detalles que confirman que anvanzamos hacia el pasado. Fíjense, por ejemplo, en lo del presidente eslovaco. No es sólo que lo quieran asesinar, que ya es un procedimiento bastante antiguo con un político. Es que, en vez de pegarle dos tiros o mandarle un misil «state of the art», lo han tratado de envenenar como en una corte italiana de otro siglo. Pero hay tantas cosas que pertenecen a otro siglo... En la Unión Europea hay dos conflictos anacrónicos que bogan sin remedio por las brumas del Jurásico: el País Vasco e Irlanda del norte. No es cuestión de una religión determinada, como en otros sitios, sino de sano empecinamiento en unas tradiciones que no necesitan para nada el siglo XXI, que no necesitan en absoluto darse una vuelta por el siglo XX. No es cuestión de religión o ideología: es que son unos antiguos. Es cierto que en el País Vasco hay mucho exseminarista o exclaustrado atizando leña. Pero en Irlanda han obligado a un futbolista a salir del terreno por no ser protestante. En general, los aficionados al fútbol se esfuerzan cada día mejor por devolvernos a la estupenda temporada del canibalismo. Miren, en las últimas imágenes de Riazor o de Mestalla, el acelerón provocado por un grial de pacotilla que se disputaban a puñetazos unos paladines en pantalón corto pensando con los pies. El efecto más palmario del progreso globalizador está siendo que nos enteremos fehacientemente de las retrotonterías proclamadas o acometidas por cada pequeño gran hombre de provincia. En la provincia más rica hay uno que propone cruzadas y más cruzadas medievales sin tener en cuenta que hoy en día las cruzadas contaminan muchísimo la atmósfera y que el dios que invoca lo castigará con nuevos diluvios y esta vez no le dejará construirse un arca. En honor de la verdad, el prestigio de esa provincia está cayendo al suelo. El jefe de otra mucho más pobre ha anulado recientemente una visita oficial en protesta por la ejecución de un pobre que habían previsto en la provincia rica, recordando los años en que, por razones similares, era de mal gusto viajar a Chile o a España. España que tampoco ha cambiado tanto si es verdad que el Ejército, acorde con sus tradiciones del XIX o del XVI, planta banderitas en un islote, mete en el calabozo a un hombre por dormir con su novia y utiliza a sus huestes para servir langostinos en la boda del hijo del jefe del cuartel. Todo por la patria y por la familia. Pero no es exacto que eso sean cosas del medievo ni del siglo XIX. Ahí esta Berlusconi. Es por lo menos de 1930. ¿Berlusconi iba a ir a Johanesburgo?