Victoriano Crémer CRÉMER CONTRA CRÉMER
El Ayuntamiento tiene un plan
SE trata, como era de suponer, de un plan General de Ordenación Urbana. Después de muy concienzudos y cuidadosos estudios, análisis y confrontaciones y se supone que al cabo de muy selectas consultas, el Ayuntamiento de León ha conseguido perfilar el Plan o referente urbanístico de la ciudad, para todo el siglo XXI. De lo cual, como sencillos si que también fieles vecinos de la ciudad nos alegramos y damos las gracias al Municipio por el beneficio que el Plan sin duda ha de suponer para la composición de unas estructuras urbanas que respondan adecuadamente, no tan solo a las necesidades «orgánicas«, o sea lo que se da en llamar físicas o materiales de la Ciudad, como son sus trazados viarios, sus calles, sus plazas, sus edificios y sus servicios fundamentales, si no también o quizá sobre todo, aquellas exigencias de acomodamiento y de estética que los recintos habitados exigen. Cuando en la declaración que con motivo de la presentación del Plan General se hicieron, se pusieron de manifiesto las «demandas históricas», que es concepto en el cual no habíamos caído cuando nos detuvimos a conocer, siquiera fuera de paso y superficialmente, el proyecto municipal, porque se supone y se espera que lo de histórico no implique retrovisión de una realidad que nos demanda realizaciones mucho más concretas y necesarias, como tal vez fueran los adecuados atendimientos de calles y jardines ante la anarquía con que el ciudadano trata a esos bienes generales. O la instalación de Residencias «posibles», al modo de la ejemplar de la calle de San Mamés, para que nuestros ancianos, al cabo del mucho andar y perderse en el laberinto de la vida, puedan encontrar un lugar al sol en donde ver cómo se viene la muerte tan callando. Se solicita de nosotros, de todos nosotros, la más amplia colaboración, dado que el resultado de estas consultas previas habrá de servir para la definitiva realización del proyecto. Se supone que a esta democrática convocatoria no acudirán ni todos los que son ni todos los que deberían. Y se teme que, como siempre, el repertorio de respuestas se limite a los apuntamientos de grupos de presión o de mera mercadería, obviando las proposiciones que pudieran ser prestadas por representantes de los verdaderos necesarios valores, como profesores, artistas, urbanistas, sociólogos, arquitectos, etcétera, que son precisamente los que de verdad pueden aportar ideas válidas y generosas para el pueblo. Desde alguno de los núcleos de la llamada oposición tranquila, se recuerda que el proyecto sea «un plan de todos», se supone que mediante la apertura de un capítulo de colaboraciones espontáneas y gratuitas mediante las cuales, algunas objecciones que pudieran hacerse al plan original obtuvieran cabida. Las Ciudades tienen exigencias estructurales que deben ser atendidas a fin de no abandonarse a un mero vivir vegetativo y los municipios, como más directos y reales representantes, están obligados a cuidar que estos objetivos se cumplan debidamente. Pero en el Plan General de Ordenación de una Ciudad, cuentan de modo principal y significativo el caudal de exigencias huano. El hombre en suma, que es el que en realidad ha de beneficiarse del progreso y acomodo de la ciudad. Una ciudad no tan solo debe ser bonita y barata, sino que además de parecerlo tiene que practicar aquellas funciones que se derivan de su condición de gran hogar general. Nosotros, los leoneses de antigua crianza, tenemos memoria de muy salvajes renovaciones llevadas a cabo por municipios autistas, por las que muy históricos y emblemáticos rincones, calles y plazas de la ciudad se convirtieron en anodinas, aburridas y despersonalizadas agrupaciones de habitáculos, a tanto el metro, sin la menor gracia ni temperatura social. El Ayuntamiento de León ha hecho su trabajo. Ahora nos toca a nosotros.