La enfermedad del alzheimer afecta a siete mil leoneses
Caminando por la inconsciencia
«Un día vi como mi madre se peinaba con el cepillo de dientes, he tenido que acostumbrarme a vivir con ello». Así describe la hija de Brígida una de las muchas cosas que hacía su madre y qu
Hoy se celebra el día mundial del alzheimer, una ocasión única para que la sociedad conozca más de cerca esta enfermedad que afecta a 7.000 leoneses. En la ciudad existe un centro que pretende ayudar a las familias de los pacientes para que puedan soportar de la mejor forma posible la vida diaria al lado de unas personas que necesitan un cuidado permanente. Normalmente quien detecta la aparición de la demencia es el entorno familiar debido a que convive con el enfermo y le conoce por lo que puede apreciar desde el momento inicial la aparición de los primeros síntomas. A Brígida, de 81 años, le sorprendió en el año 1996 cuando falleció su marido y entró en una depresión. Su hija Siri pensó al principio que se debía a la muerte de su padre pero al llevarla a diferentes médicos le dijeron que padecía demencia tipo alzheimer. El miedo se adueñó de la familia debido al desconocimiento que tenían de este problema. «Empiezas a leer y a mirar informes pero el mundo se te viene encima porque es una carga muy cruel», comenta Siri. Su familia no sabía que hacer ni como actuar al ver como cambiaba el comportamiento de una persona a la que creían conocer. «Mi hermana y yo nos informamos de que existía un centro en León que ayudaba a estas personas» pero La decisión que tuvieron que tomar fue muy dura. No sabían como iban a tratarle pero no tenían muchas opciones. Al llegar allí descubrieron que había muchas familias en la misma situación y que no hay nadie mejor para explicarles como se debe actuar para comprender el problema. De las palabras de Siri se desprende el agradecimiento y la admiración que siente por las cincuenta personas que trabajan en el centro. «Fue como si nos quitaran una losa de encima porque recibimos una ayuda que no se puede pagar con dinero». Siri y su hermana hablaron con las diferentes familias que padecían el problema y fue cuando empezaron a entender lo que hay que hacer para vivir con un afectado por alzheimer. Ella ha visto muchas cosas que al principio la sorprendían pero que ahora entiende y comprende. «He visto a mi madre peinarse con el cepillo de dientes», afirmó. Siri achaca a la sociedad que no comprenda su caso y que piense que los pacientes que se encuentran en la asociación son felices por vivir en un mundo de fantasía. Su relato deja entrever los miedos a los que se enfrenta su madre todos los días cuando salen a la calle. «La única forma de combatirlos es con cariño», para la hija de Brígida la organización, «que apoya de maravilla a las familias», le ha aportado la ayuda necesaria para entender lo que que la está ocurriendo. Ella ha tenido mucha suerte porque ha recibido ayuda de todo su entorno familiar. Su marido no se queja de nada e intentan hacer una vida normal para que su madre disfrute mientras pueda. Su vida ha cambiado bastante desde que le acechó el problema. Ahora no puede dormir profundamente porque tiene que estar toda la noche atenta para que Brígida no se despierte, o si lo hace, para que vuelva a su habitación y apague la luz. «Lo más doloroso de todo es pasar de ser su hija a su madre», al decir ésto Siri se emociona por todo lo que ha tenido que pasar en los últimos seis años. Ella lo único que pide es que la gente empiece a comprender que lo que ella está pasando le puede suceder a cualquiera por lo que es preciso dar a conocer al muno la enfermedad del alzheimer para que a personas como Brígida no se les vea como locos sino que se les trate como personas que tienen sentimientos.