Medidas de seguridad
San Isidro plantea sistemas antialudes fijos para blindar la seguridad en las pistas
Los expertos apuestan por cargas de gas por la humedad de la nieve cantábrica y el bajo impacto medioambiental
La avalancha que sepultó el 1 de enero una máquina quitanieves en el puerto asturiano de San Isidro —con un operario fallecido y otro aún desaparecido— ha disparado el temor a aludes y acrecentado la percepción del riesgo también en la vecina estación de esquí leonesa. Precisamente el riesgo de aludes, acompañado por un exceso de celo tras el siniestro en el Principado, ha mantenido cerrado el sector de Riopinos prácticamente un mes. Ante esta situación, las exigencias de esquiadores y de los municipios que integran este enclave invernal —Valdelugueros y Puebla de Lillo— y con el objetivo de blindar la seguridad en las pistas, la dirección de la estación plantea sistemas antialudes permanentes.
San Isidro cuenta con un área especialmente crítica por riesgo de avalanchas, la zona que bloqueó durante semanas la apertura del sector de Riopinos. Se trata de la ladera del Pico Toneo, el cordal que asciende hasta este emblemático punto, con la silla biplaza que da acceso a Riopinos situada en su perpendicular. Esta zona ha dado más de un susto en las temporadas con nevadas abundantes y ha obligado en ocasiones a voladuras con dinamita para evitar riesgos.
El último susto fue el pasado 13 de enero cuando una avalancha prácticamente enterró a una de las máquinas pisapistas de San Isidro. La directora de la estación, Olga Álvarez, reconoce que contar en esta ubicación con un sistema antialudes permanente reforzaría la seguridad. «Creo que debemos hacer todo lo necesario para evitar aquí riesgos para nuestros trabajadores y esquiadores». De todas formas, asegura que deben estudiar qué sistema sería el más adecuado y si presupuestariamente resulta asumible.
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Expertos consultados por este periódico, con experiencia en el desarrollo e implantación de infraestructuras antiavalanchas en todo el mundo, explican que en el caso de San Isidro, la tipología de su nieve aconseja un sistema de disparos con cargas de gas, controlados telemáticamente. La nieve de la Cordillera Cantábrica, más húmeda que la de Pirineos por su cercanía al mar, tiene mayor peso y la oscilación de temperaturas genera inestabilidad en sus distintas capas con la acción de la humedad.
Fue el sistema aconsejado cuando a mediados de los 2000, la dirección de la estación pidió información a la empresa francesa MND para afrontar su problema en este punto crítico. Esta instalación requeriría una pilona, de entre cuatro y cinco metros, en cuya cima se coloca una campana al inicio de la temporada y debe retirarse a su finalización. Tiene capacidad para 60 tiros. La multinacional ha instalado 250 sistema de este tipo en estaciones de los Pirineos galas y españolas y su coste por cada punto de acción supone algo más de 100.000 euros. No precisa canalización subterránea para el gas in situ.
La directora recuerda que en 2010 realizaron un estudio de zonas críticas y que en 2013 «se reforzaron las medidas antialudes e hicimos cursos de formación en nevología». Consultaron, además, con técnicos de minas para que plantearan propuestas en aquel momento e incluso pidieron ayuda a la Subdelegación del Gobierno, pero las voladuras tradicionales no funcionaron. Optaron entonces por contratar a una empresa de evaluación de riesgos y prevención. «Las soluciones que planteaban eran inviables técnica y económicamente». En temporada realizan «catas periódicas para ver la estabilidad del manto de nieve antes de empezar cada jornada».
El diputado de Turismo, Nicanor Sen, insiste en que «en todas las zonas abiertas para el esquí se garantiza la seguridad y la estación cuenta con maquinaria y protocolos que funcionan». Precisa, no obstante, que «si fuera necesario reforzaremos la seguridad siempre pensando en nuestros trabajadores y los usuarios».
Clamor unánime
Tras el largo bloqueo de Riopinos por el riesgo de aludes en el punto crítico mencionado, el alcalde de Valdelugueros, Emilio Orejas, apunta que «el accidente de la quitanieves asturiana marca un antes y un después y deben extremarse las precauciones». Reclama sistemas permanentes de control de avalanchas. «Deben poner los medios para que este riesgo no bloquee zonas de la estación». En el mismo sentido se expresa el primer edil de Puebla de Lillo, Pedro Vicente Sánchez. «Todo lo que haya para mejorar la seguridad de trabajadores y usuarios siempre estará bien».
Y los esquiadores recuerdan que hay otras dos zonas críticas propicias para las avalanchas: el pasillo de Pico Agujas, más conocido entre los usuarios como la M-30 y el pasillo estrecho que da acceso a Cebolledo desde Riopinos. Añaden también la ladera de entrada a la pista conocida como el Valle del Silencio, en Requejines. Desde el Colectivo de Usuarios de la Estación de Esquí de San Isidro, una comunidad con 1.670 miembros, su portavoz, David Iriondo, manifiesta la necesidad de extremar la seguridad por el creciente papel de este enclave invernal como destino turístico. «Hay que dar un paso más allá, estar preparados y tener las herramientas necesarias para purgar la montaña y evitar el cierre de valles enteros como ha ocurrido ahora con Riopinos.No nos lo podemos permitir».