El obispo concentra la actividad en 61 parroquias y suprime arciprestazgos

«No es posible que dos pueblos separados por un puente celebren por separado sus eucaristías». La frase del obispo de León, Julián López, resume la filosofía de la futura reorganización pastoral que será acometida en la diócesis. La misa de los domingos en aquellas parroquias ciertamente cercanas se alternará por semanas, sacerdotes de una misma zona convivirán en hogares comunes pero independientes -la idea se toma de la experiencia de Cistierna-, las catequesis y los ejercicios prematrimoniales sólo se celebrarán en las 61 parroquias más operativas y proliferará la imagen de laicos y religiosos celebrando la palabra en sustitución del sacerdote. Todas estas novedades están incluidas en el nuevo proyecto pastoral programado por el obispo de León a tenor de la realidad social que se vive en la provincia. «No será fácil porque hay dificultades objetivas», admitió el prelado. Pero hay cambios o esa falta de reacción podría poner en peligro la evangelización en las áreas rurales. La capital y el alfoz quedan excluidos de esta renovación. Una de las novedades más importantes se encuentra en la disminución del número de arciprestazgos -25 en la actualidad-, que sin embargo asumirán a partir de ahora una mayor relevancia administrativa desde el punto de vista pastoral. El papel del sacerdote es el que más cambios va a introducir. El obispo quiere primar la acción evangelizadora durante la semana y que el sacerdote «no se coloque como el centro de la comunidad parroquial». «Hace falta un estilo nuevo de atención a las parroquias por parte de los sacerdotes», indicó monseñor López. Esta apertura al arciprestazgo pretende integrar a religiosos y laicos dentro de la actividad pastoral y promover el tradicional protagonismo de la mujer. «Ya contamos con ellas, pero deberíamos contar más», dijo. La concentración de parroquias, quizá el aspecto que será menos ententido, se realizará para dar paso a la denominada unidad pastoral, un concepto más amplio desde el punto de vista social que supone la reconversión de los centros parroquiales en puntos de encuentro para ancianos y jóvenes. «Que no se queden sólo en una religiosidad sociológica, como fiestas, romerías o celebraciones de sacramentos, es decir, que tengan un mayor sentido comunitario y una muy importante tarea de información», afirmó el prelado de la Diócesis de León, Julián López.