Tradición y valor escondido en las manos de la artesanía

Quizá estén dentro de un paisaje urbano más propio de finales del siglo XX que de la época en que se construyeron. sin embargo, a pesar de estar rodeados de edificios altos, de construcciones acristalas y casas inteligentes, los molineros harineros todavía poseen ese bocado de Edad Media. De aquel tiempo tan lejano en el que se machacaban las manos para triturar el grano de trigo y así obtener la harina que alimentara a dueños y animales. De ese viejo resplandor, San Andrés del Rabanedo todavía conserva colorido. Según diversas fuentes históricas, catastro de La Ensenada y diccionario de Madoz, hubo un buen número de molinos en los cuatro pueblos de la «Hermandad». Y de aquellas el soniquete que salía de estos edificios constituía una de las principales industrias locales. Pero pasaron los años y las formas de vida se modificaron. En el municipio ya sólo quedan cuatro «maquileros» movidos por las aguas del Bernesga. El molino de la Familia Velilla, situado en la carretera Párroco Pablo Díez y el molino de la Calle Tomillo en Trobajo del Camino, el molino «Picón» situado en el paraje de El Sotico y el molino de Villabalter, patrimonio histórico, todavía recuerdan el pasado que vivieron las gentes del municipio. Por ello, por su presencia y conservación lucha el grupo IU del Ayuntamiento. Ya que «si no se pone remedio a tiempo esta patrimonio sin título estará condenado a lo que le sucede a los edificios que pierden la función para la que fueron diseñados, desaparecen». Y con ello también se irá el pasado y los recuerdos de las gente que un día lucharon por ellos.