Dos hectáreas de arrabal
El descampado que deja la integración del tren busca encaje y uso urbano
Adif no concreta qué plan tiene para los terrenos liberados, con la obra a punto de entrega
León se enfrenta a dos hectáreas de arrabal, en medio del espacio que le abrió hace cinco años la obra de integración del tren. La intervención está a dos semanas del límite de plazo oficial para acabar la obra, que podría convertirse en un mes, si se añaden los flecos de enlace a la red ferroviaria; y Adif no acaba de definir cómo resolverá ese cráter que no tiene definición en medio del barrio ferroviario de la ciudad; flanqueado por una valla que enardece al vecindario, del lado del pasillo que oculta la vía bajo las baldosas, y un cordón oeste que no disimula el aspecto de suburbio abandonado.
En medio, un terreno vaciado despojado de las viejas estructuras ferroviarias de León; mitad huertona urbana, mitad zona de carga de gravera. Muy lejos de aquel diseño vanguardista que se adscribió hace casi veinte años al caduco Plan Regional de Ámbito Territorial, el Prat, que envolvió la transformación urbana en torno al pasillo del tren por León. Pintaron edificios de veinte alturas, que estigmatizaron la construcción de viviendas por miles, en ese espacio entre talleres y las nuevas explanas que se crearon en torno al perfil del Palacio de Congresos y las ruinas del pasado industrial, más o menos pujante.
Vista del pasillo sobre la vía soterrada, bajo el andén de la vieja estación. RAMIRO
La utopía mató el viejo plan, que murió por la imposibilidad de llevarlo a cabo; pero el nuevo, no nace, mientras que el compromiso contractual con la constructora que se adjudicó la integración está a punto de entregar la obra. Nada a lo que debe enfrentarse la recomposición pendiente es halagüeño. El primer obstáculo grueso es la hoja de ruta burocrática que debe superar el rediseño del Prat caduco; lo tiene que visar la administración autonómica y, luego, acertar con el objetivo de la permeabilidad del oeste de León.