Pedro Duque | Ministro de Ciencia e Innovación
«En León he visto proyectos con potencial; hay que saber que eso existe para invertir»
Lleva como prevención un medidor de CO2 que considera «básico» para luchar contra el covid, porque, insiste, la «ventilación es fundamental». El ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque (Madrid, 1963), visitaba esta semana la ciudad para conocer de cerca «un poco» del tejido ligado a la innovación. Se lleva la idea de que, aunque a pequeña escala, León tiene entre manos proyectos que el Gobierno debe conocer para favorecer su desarrollo. Y eso se lo lleva apuntado. En un largo encuentro, el que fuera primer astronauta español admite que le ha costado descender al barro político, opina que las universidades tienen que pensar más en contener la oferta que en ampliarla sin sentido, adelanta que León tendría que construir una nueva planta para poder fabricar una vacuna contra el covid y que antes de mitad de año el Gobierno espera que se empiece a testar clínicamente alguna en las que trabaja España. Y en el camino hacia una economía verde en la provincia, Duque sostiene con firmeza que Europa debe compensar con prioridad «el sacrificio» de los territorios mineros por haber «hecho las cosas bien» y adelantarse a la transición.
—¿Qué potenciales ve en León tras su visita?
—Seguro que hay más potenciales de los que he visto hoy. El polo biofarmacéutico es obvio, es un potencial ya desarrollado que no hace más que crecer y crear inversiones y puestos de trabajo. En la Universidad he visto muy pocas áreas, pero seguro que tiene mucho potencial; me han destacado la investigación en ganadería y es algo que puede generar mucha riqueza, como ya lo hizo en el pasado, con variedades que se han exportado. Y una cosa sobre la que yo entiendo bastante, la escuela de Ingeniería, en la que he visto proyectos muy centrados, pocos pero con mucho potencial. Hay que saber que esto existe para que cuando el Gobierno piense en invertir tener en mente que hay potencial en muchos sitios de España, que quizá no todos conocemos. Por eso son buenas estas visitas, para que las tengamos en mente durante años.
—¿Cuáles son las principales necesidades que le han trasladado las autoridades con las que se ha reunido?
—Queda por hacer todavía la parte final o una parte importante de la transición energética del carbón. Aprecio un sentimiento de que la actividad económica aún no se ha recuperado. Es algo que permanentemente está en la mente de la gente que ha tenido industria minera. Por eso estos fondos especiales de transición verde tienen que favorecer especialmente a las zonas que hicieron ese sacrificio. Desde España estamos orgullosos de haber hecho esa transición para ayudar a la gente que se quedaba atrás y Europa ahora debe recompensar lo que se hizo bien en su momento. Hay que aprovechar esos fondos para terminar de revertir la situación que se produjo entonces, con un corte inmediato de la actividad.
—Europa, sin embargo, lo que ha hecho es castigar a León por hacer las cosas bien antes de tiempo.
—Ahora España está intentando que los fondos europeos reconozcan que ya tenemos una inversión previa que debe ser recompensada. Es injusto que otros tengan beneficios por haber retrasado esta transición. Y en esas estamos ahora.
Llevo un par de años siguiendo un proyecto; a ver cuándo entra en fase de fabricación para poder comprar
—Ha pasado ya más de un año de la declaración de la pandemia. ¿Cuál ha sido el momento más duro que ha vivido?
—Al principio, por supuesto. Cuando aún no teníamos mucha idea de lo que estaba pasando y los números eran aún pequeños. Cuando se decretó el confinamiento, no todo el mundo estaba de acuerdo en que fuera necesario, pero hubo que hacerlo. Consultando a los científicos yo me decanté por el sí y después llegó el momento más duro, cuando empezaron a subir las cifras de hospitalizados, las ucis, no había respiradores... En ese momento, los que nos dedicamos a la innovación necesitábamos doce manos para ver si se fabricaban mascarillas, válvulas, respiradores... Y después, los fallecimientos. No había medios para paliar eso y hubo que encontrarlos en cualquier sitio y, además, fomentar innovaciones e investigaciones. Se necesitaba trabajar muy rápido y fue difícil encontrar soluciones.
—Habla de científicos. Muchos de ellos predijeron con años de antelación una pandemia provocada por una zoonosis, como parece el caso del covid-19. Aún así, no estábamos preparados, no hubo capacidad de reacción. ¿Ahora la habría?
—Hemos creado un sistema de reservas estratégicas y fomentado la creación de industrias que fabriquen los suministros necesarios para hacer frente a las pandemias y tener capacidades propias, como los test. Antes no se podían hacer y no había posibilidad de fabricarlos cuando nos demandaban insistentemente que hiciésemos más. El departamento de Seguridad Nacional está muy ocupado ahora en consolidar todo ello como un sistema de preparación y de reservas estratégicas.
—Los vaivenes con la vacuna de Astra Zeneca han generado una gran intranquilidad. ¿Qué se puede decir desde el punto de vista de la ciencia?
—Al principio los ensayos clínicos no tenían suficientes participantes de edad avanzada. Fue una decisión de la compañía realizarlo aún así, y de ahí hubo que tomar una decisión ya no tan científica como política. Ante la ausencia de datos, ¿qué hacemos? Ahora cada día hay más datos y se toman decisiones mucho más centradas. La gente tiene que entender que el sistema por el que las autoridades sanitarias garantizan la seguridad está funcionando muy bien. Tenemos un buen sistema de seguridad, cada cosa que ocurre está controlada.
Es injusto que otros tengan beneficios por haber retrasado la transición; y eso intentamos revertir
—¿Cómo encajó el Gobierno central la suspensión cautelar de la vacunación con Astra Zeneca por parte de la Junta de Castilla y León? ¿Lo entendieron como una mera confrontación política?
—Todo pasa demasiado deprisa. No sé cómo lo vio la ministra de Sanidad, son decisiones difíciles de tomar. La gente que tiene responsabilidades sanitarias tiene un efecto directo sobre la salud de las personas. Es cierto que no se vio como una confrontación, pero sí con sorpresa porque por la tarde estaba prevista la reunión. Son decisiones que se tienen que tomar porque depende de ti la vida de las personas, y hay gente que toma las decisiones más deprisa. No creo que hubiese mala intención o una lucha partidista. Hay que pensar en la responsabilidad de un consejero de Sanidad, que a veces tiene que tomar decisiones sin tiempo de hablar con otros.
—En España se está trabajando en varias vacunas. ¿Cuál es en la que más confía? Luis Enjuanes ya ha dicho que es probable que la suya esté preparada para desarrollar a finales de este año.
—Estamos fomentando con todo el apoyo, ya desde el pasado mes de marzo, una cantidad de fondos hasta entonces inéditos en España. Al poco del confinamiento pusimos sobre la mesa 30 millones para investigación covid que nos dio Hacienda y otros diez para las empresas. Predecir el resultado de un ensayo clínico es difícil. Lo que sí puede ocurrir es que empiece el ensayo clínico antes de mitad de año, pero todo dependerá de la precisión de todas las vacunas, la pureza adecuada, el preclínico...
—Si hay algo que ha destapado la pandemia es la precariedad con la que trabajan los investigadores. Supongo que es consciente.
—Cuando llegué al Gobierno en junio de 2018, a los tres días ya era consciente de las dos acciones necesarias. Por un lado, incrementar la financiación para aumentar el tamaño y poder atraer más talento y lograr el retorno del que se fue durante los años equivocados en los que se redujo la inversión en ciencia. La otra pata es dar estabilidad a las personas que trabajan. Ya hemos cambiado la ley para lograr más contratos indefinidos, pero lo que realmente pensamos que será el primer acto positivo y muy significativo para solucionarlo es la carrera científica que impulsaremos con la Ley de la Ciencia. Estamos llegando a un consenso para hacer una mella en la inestabilidad de los contratos de los científicos.
Las universidades deben renovar, no aumentar; se debe concebir la opción de suprimir grados
—¿Qué nos dirá el próximo estudio de seroprevalencia? ¿Conoce el porcentaje de españoles que están en estos momentos inmunizados?
—Es como la bola de cristal. Para eso se hace la ciencia. Pero ahora tenemos una dificultad científica. ¿Por qué tiene la gente anticuerpos, porque se vacunaron o porque ya lo pasaron? Ahora es más complicado que el número te diga algo. Estamos acelerando un diseño específico para un estudio de seroprevalencia nuevo, pero la tecnología no tiene fácil distinguir por qué se tienen anticuerpos. Queremos seguir el ejemplo que España ha dado al mundo sobre la seroprevalencia, por eso tiene que ser un estudio muy bien hecho y publicable en revistas científicas.
—En términos metafóricos, ¿cómo se vive eso de tener una visión cenital de la vida, del planeta, por su faceta como astronauta a bajar al ‘barro’ político?
—Ha costado. La primera transición, de ser astronauta a dirigir una empresa, también costó. Es un momento en que tienes que tomar decisiones sin tener todos los datos. Eso es más difícil que operar una nave donde las instrucciones están escritas. Aquí hay que tomar decisiones más estratégicas y políticas. Pero lo que más me ha chocado es la agresividad tan gratuita que despliega la oposición política. Nunca había pensando que fuera tan intenso y poco racional. Me imagino que es también consecuencia de las redes sociales y la desintermediación de la información. La política también se adapta a esa inmediatez y al tono bronco.
—¿Cómo es su idea de favorecer el apoyo a polos emergentes, como la biotecnología, en territorios pequeños como León?
—Lo primero, tener presupuesto suficiente para apostar en varios sitios. Es importante que la financiación llegue a proyectos por convocatorias competitivas y con tribunales muy neutrales. Es mejor eso que no invertir por la presión de un área o de las redes sociales mismas. Por eso funciona bien el fomento de la industria innovadora a través del CDTI, al que llegan todos los proyectos de forma neutral y se provee de financiación a los mejores. Es de utilidad también que las agencias de innovación de los gobiernos autonómicos se coordinen con el CDTI o den financiación adicional a los proyectos ya destacados.
—¿Qué impresión se lleva del Centro de Supercomputación?
—Forma parte de la Red de Infraestructuras Científicas Técnicas y Singulares de la Investigación. Durante los meses de pandemia ha habido un cambio de prioridad en las administraciones regionales hacia la Sanidad y un retraso en la aplicación de los fondos para una serie de proyectos que se recuperarán en breve, porque el consejero [de Fomento y Medio Ambiente] ya me ha dicho que la financiación está asegurada.
—¿Es por tanto competitivo?
—He visto que tiene mucha gente con muchas ideas para usarlo, empresas que lo utilizan, además de los investigadores. El uso es bastante intenso, por lo que la ampliación tiene sentido. A ver cuándo logramos que se haga la actualización del centro de Barcelona y eso implica que tendremos armarios de supercomputación libres que emplearemos para hacer mejoras en los supercomputadores de la red. Eso ya se ha hecho en cuatro ocasiones. Cada vez que a Barcelona llega el último modelo, los penúltimos se reparten entre los que integran la red. Muy posiblemente llegarán aquí nuevas piezas. El supercomputador de León ya es una parte del de Barcelona, con lo que se multiplicaría su capacidad.
—En León se trabaja en dirigibles estratosféricos para sustuitur a los satélites, principalmente de comunicaciones. ¿Le interesa el proyecto?
—Lo estoy siguiendo desde hace un par de años. A ver cuándo entra en una fase de fabricación para que el Estado pueda comprar algo. Es una opción, ahora tenemos un programa muy intenso de compra pública de innovación. Si está en condiciones de proveer un nuevo protitipo, podría ser una compra pública para que la empresa después pueda vender por otro lado.
—¿El futuro pasa por la Inteligencia Artificial, título al que aspira la Universidad de León?
—Hay futuro en esta línea, como en las comunicaciones cuánticas y no se sabe cuál será el que dé el próximo salto. Pero añadir y añadir grados es un problema para las universidades. Las universidades deben renovar no aumentar. Si nadie acude a un grado porque no hay alumnos, por qué lo tenemos. Se debe concebir la opción de suprimir.
—¿Es partidario de que la educación esté ligada al tejido productivo? ¿No es una concepción un tanto peligrosa, por ejemplo para la FP, en lugares como León, con un tejido sin gran valor añadido?
—La FP es para eso, para proveer de gente especializada al tejido productivo y que se cree más valor. Después de estudiar hay que vivir. A los alumnos hay que ofertarles lo que después les va a venir bien para la vida; por eso el esfuerzo de reordenar todas las enseñanzas de FP para acercarlas a lo que más necesita la sociedad de los alumnos. Se necesitan más técnicos y el tejido productivo es pobre porque no se le puede dar valor añadido. En la FP se está haciendo muy bien el ligar la oferta a la posible demanda e incluso ligarlo a la formación dual con las empresas. La universidad es otra cosa, hay muchos estudios que no van encaminados a una empresa y otros que pueden dar un valor añadido.
—En qué fase está el futuro Pacto de Estado por la Ciencia?
—Ya lo hemos entregado al Congreso y yo iré a explicarlo todas las veces que haga falta. Tiene que haber unas pocas áreas en las que no hay confrontación partidista. El efecto de lo que hagamos ahora no lo verá este gobierno ni el que viene. La ciencia no puede ser una moneda de cambio en función de quién gobierne. Esta financiación debe seguir al menos hasta que lleguemos a la media de Europa o incluso la superemos.
—¿Cuál es su propuesta para facilitar el retorno de talento a la España Vaciada?
—Creando puestos de trabajo de alto valor añadido y de alta necesidad de talento. He estado en una factoría de nivel mundial de tecnología de medicamentos, Mabxience, con gente de seis o siete países y eso atrae talento a punta pala; eso multiplicado por muchas veces es la solución: aumentar el tamaño de los centros de investigación científica y el volumen de empresas tecnológicas y los diferentes nichos. Si uno es bueno en ganadería debe apostar por ello para después poder exportar la tecnología y que se cree un tejido en el que el talento dé fruto.
—¿Los territorios deben especializarse?
—El talento va a los lugares donde se está a la cabeza de algo. Eso es bastante común cuando alguien se especializa.
—León tiene muchos laboratorios y empresas que podrían ayudar en la gestión rápida de las vacunas y tratamientos contra el covid. ¿Se podría fabricar aquí una vacuna?
—El covid requiere reacción inmediata. Las empresas que no tenían factorías asignadas han podido adaptarse para llenar vacunas o incluso fabricar. Aquí sería necesario hacer una nueva factoría si se quisieran fabricar vacunas covid.