«Aposté todo mi capital y al final me salió bien»

En mitad de una crisis sin precedentes, que arrasó con medio millar de empresas solo en 2020 y empujó al paro a miles de trabajadores de la provincia, florecen, sobre todo en las calles más céntricas, nuevos negocios que desafían a la pandemia.

Emprendedores como Alfonso Rodríguez, que abrió Luisa Gourmet, en la plaza de Colón, en pleno mes de agosto, poco después de dejar atrás el confinamiento de toda la población, cuando casi nadie arriesgaba su dinero. «Aposté todo el capital que tenía porque los bancos no me facilitaron la financiación. Te piden dos años de antigüedad solo para empezar a hablar. Me la jugué y salió bien», apunta, aunque reconoce que las restricciones no se pueden alargar más porque «con tanta incertidumbre el consumidor no tiene confianza. Lo hemos notado todos los comercios del barrio en estos primeros meses del año», señala.

También inauguró su tienda de moda en mitad de la desescalada Eduardo de los Mozos González, propietario de Rock&Sugar, en la calle del Carmen. Tuvo que reinventarse por un «asunto personal» que le obligó a dejar Barcelona, en donde residía. Allí inauguró hace 8 años su primer local, que continúa activo. «Mi situación es un poco particular. Volví a casa para estar con mi familia y la única manera de mantener mi negocio era abrir otra tienda en León», explica.

Lo que peor lleva es «la incertidumbre» que rodea a las reactivación y los sucesivos cambios de la normativa. «Cuando los bares cierran baja muchísimo el consumo», lamenta este empresario de 42 años. «Mis amigos me llamaban loco cuando les conté que me volvía a León y que abría otra tienda», recuerda.

Igual de fuerte apostó Maycol Enrique Pérez a pesar de que solo tiene 20 años. Invirtió el dinero que «llevaba ahorrando desde 2019 y 3.000 euros más» que le dejó su familia para alquilar un local en Julio del Campo y montar su primer estudio de tatuajes (Black Tears). Abrirá el próximo sábado, 24 de abril. «He tenido mucho miedo durante la pandemia por si nos volvían a confinar porque había empezado las obras. Ya está todo terminado. Voy a cumplir un sueño», subraya.

Mucha más experiencia atesora Daniel Flecha, hijo, nieto y sobrino de panaderos. Antes de que el covid sorprendiera al mundo ya había decidido que iba a abrir un establecimiento nuevo en la calle Señor de Bembibre, junto al colegio Leonés de José Aguado. Arrancó el 22 de diciembre, a pesar de todas las dificultades, la limitación de aforos y la amenaza de cierre que aún pende sobre la hostelería si la capital supera los 150 casos por cada 100.000 habitantes. Ha creado cinco empleos.

Tampoco bajó los brazos Jaime Fernández Villa, que añadirá a su carnicería Cazurra de la avenida de Madrid otro local más en la calle Covadonga. Todavía está en obras. Prevé inaugurarlo en «un par de semanas». El sector de la alimentación, de los pocos que no ha sufrido ningún tipo de cierre, ha soportado mejor la actual crisis, a pesar de que las limitaciones en la hostelería afectan a sus ventas.

A ese mismo gremio pertenece Mi Pollería, que empezó a funcionar en el mes de enero en la avenida Padre Isla. O La Postrería, un nuevo concepto de restauración dedicado al dulce en plena Calle Ancha.

También ha expandido su negocio la cadena de centros de estética Bedda. El pasado jueves estrenaron otro en la calle Santa Clara. «Tenemos muchos pacientes en León. Desde que abrimos tras el confinamiento no hemos parado de trabajar en ningún momento», apunta la responsable de zona Sheila Sánchez, quien reconoce que en el ámbito de la belleza y la salud las medidas que acompañan a la emergencia sanitaria no han tenido un impacto tan negativo como en otras actividades.