El caso del edificio cerrado que ya tiene una réplica en Valladolid
Entre los remanentes de suelo que rebosan el plato de las sobras de la reconversión ferroviaria de León, destaca el caso del edificio que cierra la plaza de la vieja estación, y que durante años convirtió ese encabezamiento de la calle Astorga en la milla de oro del ferrocarril en León. Hoy, el inmueble que popularmente tomó el nombre del dormitorio de maquinistas, está cerrado a cal y canto. Sin perspectivas de reapertura, con puntales entre pisos para sujetar los techos, y un incierto futuro, con escaso interés en el Ministerio de Transportes, o en la derivada de la gestión de Adif, para encontrar un uso eficaz. Adif no se atreve a más que a señalar a análisis de espacio administrativos situados en diferentes inmuebles en León, en una respuesta lacónica en torno a lo que deparará el futuro a esta antigua residencia de agentes.
En mitad de ese titubeo crecen los temores; porque el mismo Adif se perfila ya la construcción de un edificio de oficinas en Valladolid, del mismo encaje y envoltura que el que cerró en León, y el sector ferroviario leonés ya no disimula los temores de un probable traslado; de servicios, oficinas, empleo. Se emplea la analogía de otros proyectos en distintos ámbitos que afectan a la actividad del ferrocarril para llegar a este vaticinio. Las cuatro plantas del edificio de servicios en León están cerradas; y en plano, con licitación prevista en 2022, una inversión de 70 millones y un plazo de ejecución de 18 meses, dos edificios del mismo tenor apegados a la estación de la capital castellana. Devolver una función a la vieja residencia leonesa supondría una inversión menos cuantiosa.