El Inta quiere consolidar su sede en León con sistemas de hidrógeno para la aviación

Escondido en un paraje leonés incomparable y con más de 155 hectáreas de terreno, el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (Inta) tiene una de sus sedes, el Centro de Ensayos Ambientales Especiales, en el municipio de Cuadros. Un centro puntero y de referencia nacional, sobre todo por cuestiones de seguridad, como destaca el responsable de las instalaciones, Óscar González.

Las instalaciones leonesas del Inta se ubican en lo que era el antiguo polvorín del Ejército de Tierra en el municipio de Cuadros, que tras su traslado en 2011 a Valladolid, quedaron abandonadas hasta que el Ministerio de Defensa se las cedió al instituto de investigación aeroespacial en 2014 para su uso, a pesar de que continuaban dependiendo oficialmente de Defensa. Hace justo un año que el ministerio formalizó el traspaso oficial al Inta, que ahora quiere relanzar el uso de estos espacios en los que se han invertido cuatro millones de euros para reformarlos y dotarlos de equipos punteros en los que realizar investigaciones o certificaciones relacionadas con choques térmicos, altitud o vibraciones tanto para el campo civil como el militar o el sector público o privado. Los primeros simulacros comenzaron en 2017.

Entre los objetivos que se ha fijado Óscar González, un joven y entusiasta ingeniero leonés que trabaja para el Inta desde que acabó su formación, es impulsar el trabajo que se realiza en el centro de experimentación leonés vinculándolo a proyectos e investigaciones de sistemas de hidrógeno para la aviación. Las primeras negociaciones que ya ha establecido podrían comenzar a desarrollarse a mediados del próximo año, en el caso de los contactos con una empresa privada, mientras que las conversaciones mantenidas con un instituto europeo tendrían como fecha de inicio finales de 2022.

González destaca que el hidrógeno es la clave para los sistemas de transporte, tanto aéreos como de motor, o incluso el tren, en un futuro próximo. Por este motivo, ya se trabaja en la instalación de unos tanques para almacenar el hidrógeno líquido y en la adaptación de los laboratorios para aumentar la ya alta seguridad de estos espacios, pero que permitan trabajar con este gas, como la detección de posibles fugas o sistemas de evacuación. El Inta ya está buscando fondos para llevar a cabo estas mejoras «que sólo se podrían hacer aquí a nivel nacional», apunta Óscar González, para explicar que estos proyectos los coordinaría el Área de Energía del Inta.

Búnkeres de máxima seguridad

«Probar en tierra antes de ir al aire». Así resume sucintamente el responsable del centro leonés las acciones que se llevan a cabo en el Inta en León, para añadir que los primeros ensayos que se realizarán en Cuadros podría ser «llevar al límite» el tanque que acogerá el hidrógeno en los aviones para poder certificarlo antes de un vuelo real. «El sistema en aviación será similar al actual de queroseno, pero en vez de quemar este combustible, quemarán hidrógeno», explica.

El Centro de Ensayos Ambientales Especiales de Cuadros está estructurado en varios edificios. En el principal están las oficinas y el centro de control. La esencia de estas instalaciones son los laboratorios, que también se les conoce como búnkeres, ya que para ellos se han transformado y adaptado los antiguos polvorines, donde el Ejército de Tierra almacenaba el armamento.

De los cuatro, tres ya están a pleno rendimiento, con paredes de gran grosor, tres zonas de alto nivel de seguridad y vigilancia que en su interior cuentan con punteros equipos para pruebas de choque térmico, vibración o altitud en el que se pueden simular o provocar determinadas condiciones estratosféricas o térmicas. «Antes de un ensayo, todo el mundo abandona el búnker si la prueba es peligrosa y acude al centro de control», detalla el responsable del Inta, para concretar que la seguridad es una de las máximas de las instalaciones, ya que los laboratorios se encuentran a más de un kilómetro y medio del centro del control, donde se monitoriza todo el proceso. «La seguridad en los ensayos es uno de los puntos fuertes del centro», insiste. Es más, Óscar González añade que precisamente este aspecto es el que le confiere un valor «único y estratégico para ensayos con riesgos de explosión, como sería el caso del hidrógeno o las baterías, tanto civiles como militares».

Óscar González explica que entre los primeros objetivos que se ha marcado al frente del Centro de Ensayos Ambientales Especiales es la consolidación de las actividades, que no han parado desde que el Inta las ocupó, pero dotarlas de más contenido. Actualmente, los ingenieros de Madrid se desplazan casi semanalmente a León para realizar los simulacros y el primer paso que se quiere dar es consolidar una plantilla, que arrancará este verano, con la incorporación de un ingeniero y un becario. El centro, que es un organismo público de investigación desde 1986 que está adscrito, en este caso, al Ministerio de Defensa, tiene como personal estable a tres militares del Ejército del Aire, Celso González, Gerardo Alonso y Maxi Fernández, ambos EOD (artificieros desactivadores de explosivos al traducir las siglas del inglés), que por su perfil son esenciales para cuestiones relacionadas con cualquier explosión que se produzca en los ensayos.

La actividad de las instalaciones de Cuadros en el último año se han intensificado, aunque no han parado desde que las ocupó en el 2014. Pero Óscar González quiere ir más allá. Actualmente, el centro colabora y tiene contactos con la Escuela de Ingenierías Industrial, Informática y Aeroespacial, con Ecosat —empresa que desarrolla con la Universidad de León dirigibles estratosféricos—, Indra Ces o Sascorp, además de con la Academia Básica del Aire, la UME o las bases del Ejército de Tierra de Ferral y Astorga. El objetivo de González es seguir estrechando lazos y colaboraciones con otras instituciones u organismos locales, provinciales o autonómicos.