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Okupas en San Esteban

«Vivo escondida en mi propia casa, con miedo»

Los vecinos de Álvaro López Núñez y de la calle León XIII, junto a las Anejas, denuncian que la okupación ilegal de varias viviendas y el tráfico de drogas hacen imposible la convivencia en el barrio

León

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Malviven «atrapados» en sus propias casas. Ni siquiera se atreven a asomarse a la ventana. Tienen «miedo» por culpa de la okupación ilegal que ha convertido su barrio en una de las zonas más conflictivas de la capital a pesar de que están a escasos 500 metros de la delegación territorial de la Junta y en medio de varios colegios. Los vecinos que residen en las inmediaciones del número 44 de Álvaro López Núñez y en el entorno de León XIII, justo enfrente de las Anejas, no aguantan más.

Sufren desde hace cuatro años problemas de convivencia «grave» que achacan a la okupación de algunos edificios abandonados del barrio de San Esteban. Lo han denunciado en el Ayuntamiento, pero «no han hecho nada», reprochan los afectados. Ninguno quiere dar su nombre. «Estamos horrorizados con lo que está pasando. Hay ruidos a todas horas, voces y discusiones constantes», describe una de las vecinas consultadas por Diario de León. Vive a pocos metros de Padre Isla, muy cerca del número 44 de Álvaro López Núñez, propiedad de Bankia y ocupado de forma ilegal desde el mes de enero de este año. «Llamamos a la policía cuando entraron, pero nos dijeron que no podían hacer nada», lamenta.

Asegura que son los mismos que cuatro años antes ocuparon una casa en Maestro Uriarte, detrás de las escaleras de la vida que pintaron los alumnos de los maristas. «Fue la policía varias veces porque había problemas de drogas. Tuvimos que pelear mucho hasta que se les pudo echar, pero de qué sirve si después se cuelan en otro edificio de la calle de enfrente. Saben perfectamente qué pisos están vacíos. No es una casualidad», advierte.

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Luz enganchada en Álvaro López Núñez y documentos que acreditan la tasación de un piso que ha perdido el 50% de su valor. F. OTERO

Otra de las afectadas revela que lleva varios años sin irse de vacaciones y que, incluso, tuvo que cambiar su turno de trabajo porque le daba «miedo» regresar de madrugada. «No nos atrevemos a marcharnos porque no sabemos cómo vamos a encontrar la casa a la vuelta. Vivo escondida, sin asomarme a las ventana por si me ven», explica mientras muestra una de las habitaciones con todas las cortinas cerradas y la luz apagada. «Cuando estaban en Maestro Uriarte los vecinos vimos como enganchaban droga a una pinza y la pasaban con una cuerda desde las ventanas», recuerda. Enseña varias fotografías en las que se ven restos de basura y hasta una jeringuilla en la carbonera de su mismo portal, que cerraron hace un par de semanas para evitar este tipo de situaciones.

«Estamos cansados de llamar a la policía», añade otro de los implicados, que pertenece a la Asociación San Esteban-Vias, desde donde trasladaron al Ayuntamiento el «conflicto social» que ha generado la okupación ilegal en este barrio. «Sufrimos robos, hay mucha inseguridad por las calles, prostitución y peleas», apunta.

Les preocupa también la salubridad de la zona. Al menos en el edificio de Álvaro López Núñez las condiciones no son las mejores para vivir. El portal tiene los cristales rotos y el local de abajo está lleno de basura. «También se meten a dormir por las noches», aclara.

Han enganchado la luz. Una madeja de cables cuelga de los edificios. Tapan los empalmes con ropa. «Cualquier día esto sale ardiendo», avisan. Ya tuvieron un contratiempo en el edificio de Maestro Uriarte cuando se incendió una cocina. «Es muy peligroso. Necesitamos que la administración se haga cargo si son personas vulnerables pero no pueden dejar que esto se convierta en un gueto», trasladan los vecinos, que piden la intervención de servicios sociales. «Hay menores», subrayan.

Han escrito a Iberdrola y a Bankia. A la eléctrica le enviaron una carta, firmada por la asociación San Esteban-Vías y fechada el 10 de febrero, para informar a la compañía de la «supuesta realización de un enganche ilegal a la red eléctrica general, aparentemente mediante un simple empalme con cinta aislante». Aportaron varias fotografías. «No nos han contestado todavía», critican.

Sí lo hizo la entidad financiera, dueña del edificio ocupado de Álvaro López Núñez. «Desde el primer momento han estado muy pendientes del tema y preocupados. Nos han dicho que ya han puesto la denuncia y que solo queda esperar», revela uno de los afectados.

Más difícil lo tienen los vecinos de León XIII. En la esquina con la calle Ronda hay una casa entera okupada, al igual que en la acera de los números impares. Algunos propietarios han tapiado las ventanas de su piso con cemento.«Si pudiéramos todos los vecinos nos iríamos a otro sitio, pero ahora mismo no te dan un duro por tu vivienda», reconoce una de las damnificadas, que ha visto como su casa ha perdido prácticamente el cincuenta por ciento de su valor por la degradación del barrio, las drogas y el fenómeno de la okupación, cada vez más extendido. Pone sobre la mesa la tasación que le hicieron cuando heredó la vivienda. Fue hace diez años. Valía, según aparece en los documentos, 114.583,95 euros. El año pasado, en agosto, pidió una nueva. «La han tasado en 64.900 euros», lamenta. «La arquitecta que la valoró nos dijo que esa devaluación respondía precisamente a la degradación que sufre el barrio, la venta de drogas y la inseguridad. Es una vivienda de 104 metros cuadrados, con ascensor, que ha perdido casi el 50% de su precio», asume.

«Aquí puedes comprar un piso desde 25.000 euros y a pocos metros cuestan 300.000. Estamos al lado del centro, pero totalmente abandonados desde finales de 2017, cuando empezaron a ocupar los inmuebles vacíos. Solo pedimos una solución, que hagan algo las administraciones o los juzgados, pero que nos ayuden porque esto puede ir a peor. Somos los propios vecinos los que vigilamos para que nadie se cuele en los pisos vacíos. Estamos hartos», concluyen.