Más viajeros, menos espacio y billetes a siete euros
Primero, el Ouigo, que lanza a la SNCF por las vías de alta velocidad que conectan la España desarrollada; ahora, el Avlo, por la misma senda de progreso. León mira de lejos estos avances en la oferta de viajeros por la liberalización del sector, y se limita a valorar los daños desde el banquillo de los damnificados. Un Avlo en servicio es un 112 menos en circulación; el 112 fue la estrella de la línea de alta velocidad a León; hace casi una media docena de años. Ahora, el destino de estos colosos de la alta velocidad española está en nutrir el segmento de bajo coste para hacer frente a lo que vino, con el ferrocarril francés, y lo que vendrá, con el italiano. Se acortan espacios entre asientos, se convierte en vagón cafetería en un coche más de pasajeros (por eso la altura del ventanal no deja ver el paisaje al usuario) y se coloca una tarifa que pone los dientes largos entre los usuarios que deben pagar cerca de cincuenta euros por llegar de León a Madrid.