De las telas ‘Tamburini’ a los relojes y antigüedades
En sus primeros años, Ángel fue arriero, al lado de su padre y su tío. Hacían rutas por casi toda la provincia de León y de otras cercanas, montados en una vieja furgoneta de esas que había que arrancarla con manivela. Luego comerciaron con telas, con aquel famoso paño de la marca «Tamburini». Cuando uno vestía con un traje hecho a medida de esa tela, la gente exclamaba: ¡Mira, lleva un traje de tamburini!. Era signo de elegancia. Después, durante unos años se dedicaron a la venta y compra de chatarra para fundir. Cierto día, cuando el padre de Ángel, sintió que le había llegado la hora, que ya se sentía cansado, llamó a su hijo, y le dijo con voz pausada: «Te hago en el día de hoy entrega de todo esto. Estoy orgulloso de ti, y te bendigo. Conserva toda esta afición que hemos creado juntos, y proporciónala, a todos aquellos que desean recuperar aquellos utensilios que usaron sus seres queridos». Y es que hay personas que nacen teniendo marcado su derrotero en la vida. Este es el caso de Ángel. Se ha pasado la vida rescatando y proporcionando todas esas cosas antiguas deseadas, y que él encuentra en lugares olvidados.
Ángel es también un buen relojero. Y es que el reloj es el mejor y el más caprichoso amigo del hombre.
En fin, que mirando en la trastienda de Antigüedades Ángel, de Boñar, y de su hijo que lleva el mismo nombre, vemos como en sueños, viejos cuadros, viejas estampas, viejos arcones, viejos relojes, viejas cosas, que son memorias vivas de una época romántica, y que tienen para nosotros un valor más alto que el de la evocación, como puede ser la pasión, los deseos, arrinconados en el desván de los trastos inútiles.
TLa Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha pedido al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, una declaración institucional de condena al golpe de Estado del 18 de julio de 1936, del que se cumplen esta semana 85 años, una condena que, alega, no ha hecho ningún Ejecutivo democrático. La ARMH denuncia que el Estado sea «equidistante» y que no reparar a las víctimas ni condenar a los «verdugos» constituye un debilitamiento de la democracia, por lo que a su juicio es necesario que el Gobierno condene el golpe de Estado que inició la Guerra Civil y que instauró posteriormente la dictadura franquista. «La equidistancia, además de ser una enorme injusticia con quienes sufrieron la dictadura y la combatieron, debilita nuestra democracia y no confronta los discursos que desde el presente legitiman la necesidad de la dictadura franquista, como si pudiera ser una respuesta válida a los problemas políticos y sociales», asevera el presidente de la ARMH, Emilio Silva. La asociación considera que el Anteproyecto de Ley de Memoria Democrática, que tomará el relevo de la Ley de Memoria Histórica de 2007, mantiene dicha equidistancia, porque, en su opinión, no garantiza el derecho a la justicia de las víctimas y «sostiene la impunidad de los verdugos» al no ejercerles ningún tipo de sanción.