Los vendedores saldrán a la calle para pedir ya la vuelta del rastro al 100%

Hace más de un año que volvieron, pero sólo a medias. Desde entonces, las medidas de restricción sanitarias han cambiado, aunque los vendedores del rastro continúan con la restricción del 50% de los puestos. Los comerciantes ambulantes reclaman «volver a la normalidad» porque no quieren que «se aprovechen de la pandemia para boicotear el mercadillo y reducir los puestos», como alerta Aarón Suárez, portavoz del colectivo que se manifestará el próximo martes, a partir de las 10.00 horas, desde Papalaguinda, por Ordoño II hasta llegar hasta el balcón consistorial del alcalde José Antonio Diez, en la plaza de San Marcelo. Allí, exigirán una vez más, como hacen desde junio, que les permitan la ocupación del 100%.

Ahora ni siquiera llegan «al 50», como argumenta Suárez. Los 420 vendedores rotan: un domingo van la mitad y al siguiente el resto, pero «con la limitación de los puestos a 4 metros, en lugar de 6», como reseña el portavoz del colectivo, quien advierte de que esta medida «era provisional pero se mantiene». «Nos prometieron que a últimos de agosto o primeros de septiembre volvíamos. Se marcharon de vacaciones y no hemos vuelto a saber nada de ellos», detalla el comerciante ambulante, quien abunda en que «la última excusa» es que no han «presentado documentación necesaria», aunque «la verdad es que no tienen el personal suficiente para verificarla».

Los vendedores ambulantes insisten en que «en todos los mercadillos de la provincia ha habido problemas, pero en León se han llevado la palma». Los titulares de los puestos solicitan que «cese el acoso policial excesivo que se ha dado en los últimos tiempos, en los que piden a la entrada la ITV, los separadores de cargas y muchos requisitos para permitir el acceso».

En la lista de demandas que motivan la convocatoria de manifestación cursada, los vendedores reivindican también «el retorno del mercadillo a Colón o, en caso contrario, que se puedan colocar los puestos al principio de Guzmán». «Nos anteponen 270 plazas de aparcamiento, luego la fruta, un espacio libre en medio y lo último el textil. Nuestras licencias son para 10 años y tienen que compensarnos de algún modo porque estamos perdiendo dinero», exige Suárez.