Diario de León

La imagen por excelencia de la Semana Santa

Raseos y horquetas se adueñan de la madrugada

El traslado de la talla de Jesús Nazareno a Santa Nonia adelanta a septiembre el sabor de la Semana Santa de León, un anticipo en la calle para cerca de medio millar de leoneses ávidos de procesiones

La imagen más representativa de la Semana Santa de León volvió de nuevo a la capilla de Santa Nonia después de su traslado. J.F. ZARDÓN

León

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Fue 69 años después. Pero pareció que hubieran pasado cien siglos. La imagen por excelencia de la Semana Santa de León volvió a pisar la calle a hombros de sus braceros en traslado, como cuando el 18 de marzo de 1953 el titular de JHS fue pujado camino de la capilla desde su entonces sede habitual de la Iglesia del Mercado.

Ávida la feligresía de recuperar los ecos de La Pasión, cerca de 500 personas se acercaron al recorrido iniciado en el templo de la plaza del Grano, con final en Santa Nonia previo paso por San Francisco. En 34 minutos y con turnos de puja de 38 braceros que usaron el antiguo trono obra de Victor de los Ríos, estrenado el 19 de abril de 194 —entonces era para bajar a la Virgen del Caminno a la CatedraL—, a las 8.04 horas y a los sones de la Marcha Real interpretada por la Banda de Cornetas y Tambores de la cofradía, la imagen entró en la iglesia, de la que había salido durante el verano para facilitar las labores de restauración.

No hubo acompañamiento musical durante el trayecto. Solo el repicar seco de las horquetas y el susurro acompasado de los raseos. Cruz Alzada de Santa Nonia, ciriales, de Cruz Alzada, guión de la cofradía y bandera de Nuestro Padre Jesús Nazareno abrieron el cortejo, cerrado por un centenar de devotos que siguieron el paso del Paso. Había ganas de verlo en la calle. La última vez solo asomó a la puerta de su capilla. Fue en Viernes Santo de este año. Esta vez sí. Y a la próxima, Dios mediante, será con túnica y capillo. Ayer solo debutaron los guantes, las corbatas y algún que otro zapato de charol. Los hermanos pujaron de traje con camisa blanca y corbata negra. Y en silencio solo roto por un cuarteto de fieles a la botella, que en el aparcamiento de San Francisco toparon con la mirada vigilante de un abad honorario que solo con el gesto ya les disuadió de la chanza que se adivinaba incipiente.

Sonó La Ronda en la hora de la recogida. Tambor destemplado, esquila y corneta acompasaron sus sones para anunciar la llegada del Señor. Una ovación sentida abrazó el cierre del acto. Y el deseo de que la próxima convocatoria sea un canto a la normalidad. 8 de abril, Viernes de Dolores. Es ya a la vuelta de la esquina.

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