San Froilán
La fiesta del alma leonesa
El tributo de las cien doncellas encaja con fricción en una concepción racional de las tendencias de hoy en día. Tal vez, tampoco se podría abordar el relato de la transación. Por tradición popular, esta fiesta conmemora la victoria cristiana en la Batalla de Clavijo y la liberación del legendario tributo de las «cien doncellas», que los reyes leoneses pagaban anualmente a los califas musulmanes. De tal celebración existen referencias escritas del siglo XVI, situando la fecha en mitad de agosto (fechas coincidentes con la Asunción de la Virgen). Hoy la fiesta ha sido trasladada al domingo precedente al 5 de octubre, festividad de San Froilán. La ceremonia se parece a la de entonces: jóvenes ataviadas a la usanza medieval bailan al ritmo marcado por la sotadera, mujer mora que debía instruirlas en las costumbres musulmana, avanzando desde la plaza del Ayuntamiento hasta la Catedral; detrás la corporación Municipal, encargada de hacer una ofrenda a la Virgen, marcha entre maceros de honor. Vuelve a aparecer el carácter de foro u oferta de la ofrenda. La ciudad abrió así el tarro de la esencia de la tradición con la que se sazona el programa especial de las fiestas froilaneras, que este domingo vuelve a convocar a un gentío en las calles, con reservas de la pandemia, para ese triunvirato etnográfico que funde el paso de pendones, el desfile de carros y las Cantaderas. León emerge tal como era en este primer domingo de octubre, en vísperas de San Froilán, que tiene culpa de la eclosión.