San Froilán
Un rayo de sol salva la tradición
Los carros no se movieron y los pendones no bailaron, pero los leoneses decidieron aprovechar la jornada para disfrutar del festivo
Los pendones dieron color a la Catedral en la jornada festiva con motivo del patrón de la Diócesis de León. FERNANDO OTERO
El sol se hizo un hueco entre las nubes y San Froilán recuperó sus tradiciones. No todas, no de la forma de siempre, pero los leoneses se echaron a la calle para ver los carros que salpicaron el casco antiguo, sin animales y sin desfile, pero portando en su interior todo el sabor de una fiesta que es todo un emblema de lo leonés, incluyendo sus pendones, que pudieron airearse a pesar de que no fueron bailados.
«Es un poco más triste que otros años, pero está bien que se empiece a ver algo de fiesta después de todo lo que hemos pasado y, además, esta fiesta, que es la más tradicional de León», comentaron ante los dos carros expuestos en el interior del parque del Cid la pareja de leoneses Socorro y Miguel Ángel, quienes avanzaron que, si pueden, acudirán mañana a La Virgen del Camino, para cumplir con la popular romería ya que los dos son «muy devotos de San Froilán». Esta previsto que acudan a la cita 20.000 personas. Eso sí, aunque los carros «son la exhibición de nuestra cultura», la pareja echó de menos «música de dulzaina y tamboril» para dar un ambiente más popular a un casco antiguo abarrotado de gente, que iba haciendo paradas entre alguno de los 40 carros que este año han participado en la fiesta o en alguno de los bares —con 22 participantes en la feria de la morcilla, símbolo gastronómico de estos días—, a los que se sumaban los que sólo quería pasear para fundirse con las fiestas, mientras que los 180 los pendones daban color a las fachadas de los edificios históricos sobre los que reposaban.
La alfombra de flores, emulando el rosetón. FERNANDO OTERO
El de este año es un San Froilán atípico, sin desfile de carros ni de pendones, que contó con una alfombra de flores, a los pies de la Catedral, ideada por la asociación de alfombristas de Ponteareas, que hicieron el espejo del rosetón, que también se convirtió en un fondo imprescindible para retratar el día. «La gente ha podido hacerse las fotos más tranquila y esto ha gustado», comentó con su carro lleno de carbón y de leña Evaristo Pablos de Taranilla, quien dijo que pese a todo, «algo hemos podido celebrar, aunque sea poco. Al final ha habido buen día y los pendones se han podido desempolvar. ¡Qué más vamos a pedir!». Este año, además, el grupo Tenada recuperó el caldo entoldado, con ricas telas y frutas, para la ofrenda.
Uno de los carros, en la plaza del Grano . FERNANDO OTERO