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«Los vecinos y Protección Civil nos ayudaron cuando tuvimos el coronavirus»

Marta María, Mari Carmen, Luis, Beatriz y Martín son los cinco miembros de una misma familia que pasaron el coronavirus al mismo tiempo en enero. A la madre, de 71 años, y Beatriz, una de las hijas, el virus les atacó con fuerza. Todos estuvieron 21 días cuarentena. «No sé que habría sido de nosotros sin la ayuda de la gente».

Luis Fernández, Mari Carmen Santos, Marta María, Martín y Beatriz.

León

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Familias enteras contagiadas al mismo tiempo. El coronavirus arrasó a finales de 2020 y principios de 2021 a una población aún sin vacunar y recién salida de las fiestas navideñas. El mes de enero de este año cerró con una incidencia de 1.478,18 casos por cada 100.000 habitantes a catorce días de evolución. El pico de esta ola mantenía ingresados en la UCI de León a cuarenta pacientes y otros 21 en el Bierzo, pero en las plantas de los hospitales estaban ingresadas 393 personas (307 en León y 86 en el Bierzo). Un día antes de que acabara el mes, el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, anunció el endurecimiento de las restricciones y la Consejería de Sanidad comunicaba 521 nuevos contagios en León en un solo día. La pandemia se desbocaba y los contagios aumentaban en un momento en el que las vacunas sólo habían entrado en las residencias de personas mayores. En ese mes de enero se contagiaron Marta María Fernández Santos, que ahora tiene 49 años, y todos los miembros de su familia más directa que viven en La Virgen del Camino. Los cinco estuvieron infectados al mismo tiempo. Ninguno sabe dónde estuvo el origen del primer contacto y todos dan gracias a la voluntad de los vecinos y los voluntarios de Protección Civil, médicos, farmacéuticos y profesores por las manos amigas que les ayudaron a superar los inconvenientes de la enfermedad y la cuarentena que les mantuvo encerrados en casa. «Gracias a los vecinos y a Protección Civil no nos faltó de nada y estuvimos atendidos», recuerda Marta. A esta legión de buenas manos se unieron los profesionales sanitarios, incluidos los farmacéuticos. «Desde la farmacia cercana nos traían los medicamentos que necesitábamos, los dejaban en la puerta y salíamos a recogerlos cuando no había nadie».

Las vivencias de las familias supervivientes del coronavirus dejarán secuelas psicológicas durante muchos años, pese a considerarse afortunados por poder contar las experiencias vividas.

La hermana de Marta, Beatriz, con neumonía, necesitó asistencia con oxígeno en el servicio de Urgencias del Hospital de León. Fue la que pasó la enfermedad con peor pronóstico. Su madre, María del Carmen, con 71 años, también requirió atención hospitalaria en dos ocasiones, pero pese a su estado la mandaron para casa. «Un día coincidimos las dos en Urgencias», recuerda su hija Beatriz. «A ella la iban a ingresar, pero había tal saturación que la mandaron para casa. Tuvo que volver a subir al día siguiente a que le pusieran oxígeno. La atendía en casa la enfermera del centro de salud».

Su padre, Luis, con 78 años, pasó el virus sin síntomas y en cuarentena. El hijo de Beatriz, Martín, de 6 años, también resultó asintomático.

A la inquietud generada por la incertidumbre de la evolución el virus en la salud, que no sigue el mismo patrón y afecta de manera desigual a las personas a las que contagia, la familia Fernández Santos tuvo que enfrentarse al aislamiento de la cuarentena sin poder recurrir a la red de apoyo familiar recíproco a la que están habituados. Fueron 21 días aislados sin salir de casa ni relacionarse con nadie.

«Yo tuve suerte» —recuerda Marta— «no tuve fiebre alta, pero sí mucho dolor de cabeza, cansancio y falta de apetito. Mi madre empezó como con una gripe, cuando le hicieron la PCR dio positivo. Mi padre y yo estábamos sin síntomas al principio, pero en las pruebas detectaron que teníamos el virus. A los pocos días dieron positivo mi hermana y mi sobrino de seis años», recuerda. La coincidencia en el tiempo de los cinco miembros de la familia complicó el día a día. Ninguno podía echarse una mano. En este momento de la pandemia, los vecinos, los miembros de Protección Civil, los profesionales sanitarios, incluidos los farmacéuticos, facilitaron una ayuda desinteresada y esencial. «Gracias a los vecinos, a los miembros de Protección Civil, al médico de cabecera y a los farmacéuticos pudimos salir adelante».

«El médico de cabecera estuvo muy pendiente de nosotros.Durante la primera semana llamó frecuentemente», agradece Marta. Con toda la familia cercana infectada, los vecinos arrimaron el hombro. «Nos hacían las cosas cotidianas que no podíamos hacer nosotros, como bajar la basura, nos wasapeábamos con lo que necesitábamos y lo dejaban en el pomo de la puerta. Cuando se iban salíamos a cogerlo».

A través de la oficina municipal del Ayuntamiento solicitaron el servicio de Protección Civil. «Mi hermana Beatriz estuvo peor. Yo hacía la comida en mi cocina y los voluntarios de Protección Civil se la llevaban a su casa, donde vive con su hijo de 6 años, que también estaba contagiado».

«Lloré mucho», recuerda Beatriz. «Todo fue de repente. Mi madre me llamó llorando porque le había dado positivo el test, llevaba una semana un poco griposa, pero sin fiebre. Cuando me lo dijo fui a por Martín al colegio. Era un lunes y el domingo estuvimos cenando con ellos. A las dos horas me llamaron los rastreadores, llamé al pediatra del niño y al día siguiente nos hicimos la PCR. Para entonces mi madre ya tenía mucha fiebre. Dimos positivo, pero mi hijo estuvo sin síntomas y le repitieron dos veces la prueba. El pediatra me llamaba todos los días, igual que a mí el médico de cabecera». Beatriz también destaca el apoyo de los vecinos, una amiga y Protección Civil. «Con la profesora de mi hijo hicimos videollamadas para tener los deberes del colegio todos los días, también estuvo muy pendiente».

Beatriz alaba el comportamiento de su hijo, Martín. «Se sentía bien, pero yo, con neumonía, no podía ni levantarme. Yo me pinchaba el anticoagulante heparina. Dormíamos juntos. Se sentaba a mi lado para hacer los deberes. Los dos encerrados en casa y sabiendo que el resto de la familia también estaba mal».

Cuando después de 21 días las pruebas dieron negativo «fue como salir de una pesadilla. Teníamos más familia que no se atrevían a salir de casa porque son de riesgo y había muchos casos», recuerda Marta. En enero estaban infectadas 14. 435 personas al mismo tiempo en la provincia. «No sé que habría sido de nosotros sin la ayuda de tanta gente que nos echó una mano en esos momentos».