Una cartera: «Cada vez hay más casas deshabitadas. Eso es lo que he visto en los últimos seis años»

«He engañado todo lo que he podido», dice entre risas. «Desde Navatejera venían a buscarme», recuerda. Manuel, Lolo, Manolo -así dice llamarse- regalaba bolígrafos como reclamo. «Haz como los curas: regala un bizcocho para que te den ocho», asegura. Y así lleva los años que sea amenizando la calle sin pedir mucho a cambio: «Me saco para cuatro vinos», que es lo que le gusta tomar cuando acaba el día. Lourdes es otro de esos personajes archiconocidos en el casco antiguo. Con la irreverencia que la caracteriza, afirma: «Europa nos está metiendo en casa». Y se explica: «Los viejos se van muriendo y los jóvenes no salen hasta las dos de la mañana; ya no se lleva eso de los vinos como antes». Lourdes ve el Barrio Húmedo como un pueblo donde «a la gente le gusta tomarse el vino con el panadero, o un café con el zapatero». Y quién mejor que la cartera de la zona para explicar la evolución que ha seguido el viejo León en los últimos años -el premio concedido a León valora la reconquista demográfica de esta zona-. «Cada vez hay más casas deshabitadas. Eso es lo que yo he visto en los seis últimos años». Hace 54 años abría la cerrajería de Saturnino Fraile. Hoy, su nieto dice que es el último eslabón y que el negocio acabará con su generación. Argumenta que lo que se mueve en el barrio sólo es la noche. «Vida nocturna, es el único ambiente que queda, además del que se ha ganado con la instalación del mercado de verduras». A última hora de la mañana, la vieja ciudad albergaba algún que otro corrillo promovido por la presencia de los periodistas. Unos más y otros menos, los vecinos dieron su opinión. El denominador común es siempre el mismo: día sí, noche no. «A las cinco de la mañana les ponía yo a todos a segar, como cuando vivíamos en los pueblos», comenta un espontáneo entrevistado frente al viejo consistorio.