Diario de León

El viejo León, premiado por recuperar espacio público, se diluye entre la noche y su incierto futuro

Europa en casa

«Nos ponen muchas «borracherías», pero parece que los del barrio no comemos porque no hay ni un solo ultramarinos», dice Lourdes mientras paga u

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Marco Romero Redacción - LEÓN.
León

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Cinco en punto de la madrugada. Nace el sol en el Este, cae el día para la marea humana que, sinuosa, se dispersa por las calles del Barrio Húmedo en todas las direcciones posibles. El relevo de la actividad lo toma un grupo de operarios municipales ya acostumbrados a lidiar con los animados de turno. Llevan casi desde medianoche colocando un mercado tradicional, al que ya le queda muy poco de castizo: el tono legendario queda arruinado por las carpas multicolores de los vendedores ambulantes de la plaza Mayor. Así es el amanecer de la vida del León antiguo un sábado cualquiera. Casa Benito es uno de los primeros en abrir el cuarterón. Así lo lleva haciendo generación tras generación desde 1915, cuando se fundó el que hoy es el bar más antiguo de la ciudad. Alfredo es su regente, y también uno de los pocos que se ha resistido a aceptar ofertas multimillonarias para convertir su local en un pub de moda. Prefiere su barra de mármol blanco con grietas y seguir marcando cada domingo los resultados de los partidos de fútbol en una vieja pizarra. «Soy muy romántico y clasicote, y me daría pena poner esto en otras manos. Yo soy feliz aquí», explica. «¡Vaya milonga!», exclama cuando se le pregunta por el premio otorgado al casco antiguo de León por parte del Consejo Europeo de Urbanistas en reconocimiento al diseño urbano y a la recuperación de espacios públicos durante su rehabilitación. Alfredo, de 75 años de edad, no ve una evolución positiva del barrio. Dice que la gente «está enfadada» por los ruidos de los establecimientos nocturnos y que el entorno no está cuidado. Pone de ejemplo la falta de atención sobre el estado de los soportales de la plaza Mayor, esos que tanto resguardaron a Chus o a El relojero, o a Vicentín el enano, todos ellos personajes que hicieron de la parte vieja de la ciudad un entorno vital al que jamás creyeron merecedor de un premio urbanístico. Bajo los mismos porticales han crecido los hermanos Segundo, Francisco y María Teresa García Fidalgo, propietarios de una tienda especial en la que se vende desde muda de punto inglés fabricada en los años 50 hasta contemporáneas americanas de la marca Tergal. «Nos hemos quedado solos, cuando aquí estaba la crema del comercio», dice Francisco mientras su hermana atiende a una clienta. Poco después desvela que guarda en el cajón «cuatro o cinco tarjetas» de empresarios que pretenden su local. «Sólo es llamar por teléfono, y vendido». De sus palabras se desprende cierto descontento con cómo se ha focalizado la actividad del barrio antiguo en la hostelería nocturna. Francisco parece emocionado cuando recuerda los años en los que existían tiendas como La Revoltosa, Almacenes Sarabia o la ferretería Ardura. Otro de los rostros más populares del barrio antiguo es el zapatero de la plaza de San Martín. Tres generaciones han hecho posible que este pequeño habitáculo que hace esquina con la calle Matasiete sobreviva a la mecanización del oficio. Breve en palabras -no es amigo de la prensa-, el zapatero dice que el barrio antiguo le gustaba «mucho más antes». Relata que se trataba de «otra forma de vida, había otra amistad. Antes tomabas los vinos con todos; ahora no conoces a nadie». Frente a su local, Laurentina, propietaria de la Casa del Soldado, es tajante en su afirmación: «Ha cambiado para peor. El barrio está muerto. Bueno, tendrá mucha vida de noche, pero de día nada. Lo único que veo es a los camiones descargando bebidas. Y tampoco veo yo que hagan algo para que esto reviva». A media mañana, un charlatán recibe la visita de los periodistas. Tiene 81 años y es nacido en el barrio sevillano de Triana -«olé»-, aunque ha hecho suya la calle Azabachería. Primero dice que lleva 18 años, luego cree que 20, y al final afirma que han sido más de 30 los años que lleva vendiendo recambios para máquinas de coser.

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