Diario de León

PATRIMONIO EN RUINA

«Los cascotes casi me matan»

«Fueron tres ruidos muy fuertes, como un terremoto. Juro por mis muertos que me cayeron los cascotes encima y casi me matan». Así vivió Olga Robles el derrumbe de la parte interior del palacio de Don Gutierre. Caminaba por la

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A.C./A.G.P. Redacción - LEÓN.
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Aunque muchos de los vecinos de la zona próxima a la plaza de Don Gutierre no se enteraron de lo ocurrido, Olga Robles pasaba por allí como cada mañana. La dueña del quiosco Olga, en la calle Escurial, iba a repartir los periódicos a un bar de la zona y caminaba muy cerca de la fachada del palacio. Eran las 10.15 de la mañana. «Fueron tres ruidos muy fuertes, como un terremoto. Juro por mis muertos que los cascotes me cayeron encima y casi me matan», asegura angustiada Olga Robles entre reparto y reparto de periódicos. Cuando ya habían pasado más de dos horas de lo sucedido todavía cuenta con «el corazón fuera del pecho» que pensó que el edificio se caía sobre ella, aunque afortunadamente no sufrió ningún daño. «Se movió toda la pared y comenzó a salir un humo muy gordo, muy gordo», declara. Después de lo sucedido Olga Robles se encontró con una amiga que llevaba móvil y llamaron a la Policía a las 10.20 horas. Apresurada, continúo su trabajo porque «con todo este lío tengo una cola en el quiosco increíble y todavía me quedan periódicos por repartir». Sin embargo, muchos fueron los vecinos de la zona que no se enteraron de lo sucedido. Guadalupe Díez Díez y Elisa Alonso, viven en el número 8 de la calle Juan de Arfe. Las ventanas interiores de su piso daban directamente al interior del palacio de Don Gutierre. A pesar del estruendo del derrumbe no se dieron cuenta de lo que había ocurrido. Guadalupe, que vive en el último piso de este inmueble de la calle Juan de Arfe, sólo se dio cuenta de lo sucedido cuando llegó la Policía. Nunca cierra las contraventanas de la cocina, que daban justo al patio del palacio de Don Gutierre. Cuando entró en ella descubrió que había más de un dedo de polvo en el suelo del balcón y que casi no se podía mirar a través de los cristales. Después, a medida que pasaba la mañana la casa de Guadalupe se convirtió en el centro de atención de todos los que acudían a ver lo ocurrido. Desde la ventana de su cocina se podía ver cómo había quedado el palacio. Cascotes sobre cascotes envueltos de polvo y sólo una especie de corredor se mantenía en pie. Periodistas, técnicos, arquitectos, responsables de la empresa, policías y el concejal de Urbanismo, Cecilio Vallejo, pasaron por allí porque el peligro impedía entrar al propio palacio para ver cómo había quedado el interior después del derrumbe. Ninguna de las personas que acudieron a la plaza para comprobar los hechos pudo entrar en el palacio de Don Gutierre. De hecho, pasada la una de la tarde se continuaban oyendo los golpes de la madera del interior del palacio cayendo. Los vecinos de la zona que paseaban por la plaza se sorprendían. A primera hora, cuando todavía eran recientes los hechos pocos fueron los que allí acudían. A medida que avanzaba el día el número de curiosos que llegaban a la plaza aumentaba.

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