Diario de León

Bitácora de un viaje Barajas-León que debería haber salido a las tres y media y llegó a las once

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Las agujas del reloj de Jesús Culebras marcaban las tres menos cuarto. Casi la hora de embarcar en Barajas su equipaje. El vuelo era el de las 15.30 horas. El destino, León. Antes de que el tic-tac moviera el cronómetro, una voz alertó a los, casi, 30 pasajeros de que el vuelo «sufriría un ligero retraso hasta las cuatro». Aunque, esta demora, al final, fue de ocho horas y su viaje en autobús. A las cuatro y cuarto se convocó a los pasajeros para indicar que «una avería técnica en la aeronave había suspendido el vuelo». Tenían dos opciones, quedarse en Madrid o embarcar en un autocar que en 20 minutos les llevaría al destino. Jesús Culebras optó por la segunda. «No habiendo otra opción, la mayoría de nosotros lo admitió como mal menor». Entonces, ya son las cinco, «dicen que el autocar saldrá a y cuarto». Pero un atasco en la M-30 vuelve a demorar esta salida. El autobús no llega hasta la seis, hora a la que, más o menos, los viajeros, deberían ya de estar en León. Una parada técnica «Nada más salir del aeropuerto, el único conductor del autobús, nos dice que a las nueve de la noche tendrá que hacer una parada técnica de 45 minutos. Así lo exige la Ley». Los pasajeros, entonces, deciden telefonear a Iberia «reclamando una solución a este nuevo retraso del que, al menos, nos podían haber advertido». Y es todo el grupo, que había «programado y abonado un viaje para ser realizado con rapidez», siente que la compañía les ha estado dando largas. Por mucho que buscaron y preguntaron en Barajas por el avión averiado, éste no apareció por ningún sitio. Cuando ya están en el autocar buscando alternativas, -como, por ejemplo, poner otro en Benavente para hacer trasbordo y no estar esperando casi una hora más-, «el responsable de Iberia, Javier Morcillo asegura que el conductor está dispuesto a descansar sólo 25 minutos (de parada técnica)», el conductor reitera que la Ley es la Ley. Son 45 minutos más. «Entonces se produce una llamada crucial de los responsables de Iberia al conductor: era para saber si los pasajeros estaban tranquilos o soliviantados. En este caso creo que nos perjudicó ser un grupo de gente civilizada», Jesús Culebras estaba sentado en primera fila y escuchó, por las respuestas, el diálogo. Después de nueve horas de retraso los viajeros llegaron a su casa. Después de haber pagado un transporte en avión que, en algún caso, llegaba a los 156 euros. Aunque Iberia les devolverá el importe del billete, «descontando un trayecto en un Supra, que en realidad resultó ser un autobús de lo más normal», el sentir de los pasajeros es que la compañía les «engañó, dosificando el retraso hasta que llegara un autobús» que tenía pendiente una parada técnica, «también ocultada». Su bitácora no esconde la indignación, ya que, muchos de ellos «siempre viajan en avión para contribuir a potenciar un sistema de transporte de momento deficitario, pero necesario para el desarrollo de la ciudad» porque sienten que Iberia «no nos pone fácil esta contribución».

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