Diario de León

Según fuentes penitenciarias es frecuente que los reclusos recurran ante el juez la decisión de la Administración

El «violador del chándal» está libre en contra de los informes penitenciarios

Andrés Mayo, conocido como el «violador del chándal», obtuvo el tercer grado, y por lo tanto la libertad condicional, en contra de

Andrés Mayo antes de llegar a la Audiencia, donde se le juzgó en octubre de 1991

Andrés Mayo antes de llegar a la Audiencia, donde se le juzgó en octubre de 1991

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N.G. Redacción - LEÓN.
León

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Un interno consigue el tercer grado después de un informe favorable de la junta de tratamiento de la prisión y de otro de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias. En caso de que sea rechazado y el delicuente continue en segundo grado tiene la posibilidad de recurrir ante el juez de vigilancia penitenciaria que puede otorgar el tercer grado. Esta situación es la que podría haberse dado con Andrés Mayo, según fuentes consultadas por este periódico que explicaron que es «una situación que se da en muchas ocasiones». En este sentido, aseguraron que «aunque no podemos confirmar este extremo porque los informes son confidenciales, es muy posible que haya sido así por que es extraño que el Ministerio de Interior conceda la excarcelación a delincuentes de estas características» Oposición Además, según publicaba ayer La Nueva España, portavoces de Instituciones Penitenciarias, organismo dependiente del Ministerio del Interior, afirmaron que «los permisos y la concesión del tercer grado (obligatorio para optar a la libertad condicional) fueron expedidos por el juez de vigilancia penitenciaria en contra del criterio de la Administración». Andrés Mayo abandonó el pasado viernes la cárcel de Villahierro, en Mansilla de las Mulas, donde estaba recluido desde 1991 después de cumplir 12 años de cárcel de los 106 a los que fue condenado por 22 delitos sexuales. El violador del chándal no logró el tercer grado en agosto del año 2000, cuando el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de León denegó a Andrés Mayo esta posibilidad porque en el informe se aseguraba que el agresor era «incapaz» de identificar aún la motivación que le condujo a agredir sexualmente a las mujeres. El recluso recurrió esta decisión aunque no contó con el visto bueno ni del psicólogo ni del fiscal que desestimaron los recursos. Finalmente, Andrés Mayo lograba el tercer grado en el verano del 2001 con lo que sólo tenía que ir a Mansilla de las Mulas a dormir y desde 1999 disfrutaba de permisos de seis días. Una vez al mes Poco más de un año después, el violador del chándal ha conseguido la libertad condicional que tan sólo le obliga a mantener contacto telefónico con la prisión de Villahierro y deberá personarse una vez al mes para presentarse ante la comisión de asistencia social de la cárcel. Andrés Mayo tenía 23 años cuando cometió las agresiones y fue defendido por el abogado asturiano, José Joaquín García que pidió en un principio la libertad del acusado. El «buen comportamiento y su arrepentimiento», según el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, ha sido fundamental para concederle la libertad condicional que demostró en los talleres de metalurgia de la prisión en los que trabajó en los últimos años.

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