PATRIMONIO EN RUINA
¿Por qué se caen?
Los últimos casos de derrumbes en edificios del casco antiguo de León han sacado a la luz cuestiones importantes sobre el estado de los inmuebles enclavados en este espacio urbano protegido. Los pobres materiales constructivo
A pesar de reconocimientos como el premio del Consejo Europeo de Urbanismo, otorgado el pasado 8 de noviembre a la ciudad de León, la realidad es que el paisaje urbano de la ciudad antigua dista mucho de ser perfecto. Casos como el derrumbe del palacio de Don Gutierre, un edificio emblemático que hunde sus cimientos en el siglo XVI o el desprendimiento de parte de un muro en una vivienda de la calle Serranos vuelven a poner de actualidad el delicado estado de muchas construcciones civiles existentes en el casco viejo leonés. Para entender por qué se producen estos hechos hay que fijarse, primero, en la naturaleza de los edificios. Así, si exceptuamos enclaves concretos como el Palacio de los Guzmanes, la base del torreón de Don Gutierre y pocos más, la inmensa mayoría de estas construcciones, aun de inmuebles nobles como palacios y casonas, están construidas con tapial, adobe, canto rodado y ladrillo, nada de piedra. Estructuras rurales que para muchos son signo de «pobreza» y falta de valor de la zona antigua leonesa, mientras que para otros muestra precisamente el tipismo arquitectónico y la riqueza patrimonial de estas edificaciones. A juicio de los expertos, este tipo de materiales no implica necesariamente una mayor complicación para su mantenimiento, ni más inversión que en las zonas antiguas formadas por casas de piedra. «Con un revoco, cada cuatro o cinco años, de caldo de barro», el tapial adquiere gran consistencia y resistencia, recuerda Juan Carlos Ponga, autor de las maquetas del Museo de la Ciudad de León. Otra cosa es cuando a estos edificios -que forman desde hace más de cien años un entramado de volúmenes que se apoyan unos en otros- les falla uno de esos apoyos, la casa de al lado. Al derruirse ésta, el muro de adobe queda al aire, le entra el agua y es entonces cuando puede sufrir peligro. A juicio de este autor, entre las zonas que poseen más riesgo se encuentran el entorno de Puerta Castillo, la calle Dámaso Merino o la travesía de Don Gutierre. Otras causas que pone en peligro estos viejos edificios pueden ser el descuido, falta de interés o imposibilidad económica del propietario en rehabilitar el inmueble o la casona correspondiente, especialmente cuando debe hacer frente a rígidas normas arquitectónicas que, de no ser un edificio protegido, la mayor parte de las veces sólo afecta a la fachada.