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Entre los afectados hay quien ha formulado hasta treinta denuncias en diez años

Vecinos del Barrio Húmedo exigen un control real de los ruidos

Para la mayoría de la gente los fines de semana son para descansar, para dormir a pierna suelta. Para otros, las noches de los viernes y los sábados son un verdadero

Publicado por
Abigail Calvo Redacción - LEÓN.
León

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Los hay que sí que apuestan por acogerse a la idea propuesta por el concejal de Urbanismo, Cecilio Vallejo, de llevar la zona de marcha nocturna a las afueras de la ciudad, pero la mayoría se conforman con menos. Poli Villar lleva once años viviendo en el Barrio Húmedo. Tiene 79 años y ha puesto más de 30 denuncias a los locales que tiene debajo de su casa. Hace más de diez años que puso la primera y aún está esperando encontrar una solución. Su casa, cerca de la plaza Mayor, está en el centro de la «movida nocturna leonesa» y su vivienda está rodeada por bares musicales. La planta de su piso tiene la misma medida que el local que está justo debajo. Dos enfrente, y otros a la izquierda y a la derecha. Los fines de semana, para él, se convierten es un sin dormir, tumbado en la cama espera a que den las cinco. Sus hijos, que no viven en León, no vienen los fines de semana. No pueden descansar. Él se dedica, las noches de los viernes y los sábados, a «no hacer nada, ni dormir». Antes de 1990 comenzó a denunciar al bar que tiene debajo de su casa, que ya ha tenido tres traspasos. Los otros no le molestan, por lo tanto, no los denuncia. Se gastó más de 300.000 pesetas para poner doble ventana en su casa y aislar un poco los ruidos. Pero el problema no viene de la calle, sino de su suelo. Poli Villar asegura que ha llamado a la policía, pero ésta «hace poco y cuando llega ya es demasiado tarde». Muchos de sus vecinos de la zona corroboran su postura. Moncho Perales, que vive y trabaja cerca de la Catedral asegura que en alguna ocasión ha llamado a la policía, «pero ha tardado más de una hora en aparecer. Además, como vienen disimuladamente, con las sirenas y las luces puestas, cuando les ven llegar siempre están a tiempo de bajar el volúmen de la música. Después la vuelven a subir y yo me quedó como antes», asegura. «A mí no me importa que los locales están abiertos hasta las siete de la mañana, siempre y cuando a mí no me moleste la música», asegura Poli Villar, quien añade que el problema no está en la gente de la calle, «eso no se puede evitar, todos hemos sido jóvenes y nos hemos divertido». Su vecina puerta con puerta, Lourdes Díez, tiene un local justo debajo de su habitación. Pero nunca ha tenido problemas con la música de ese bar. Sin embargo, hace varios meses que abrieron un local en la acera de enfrente y comenzó a no poder dormir las noches de los fines de semana. Siete días atrás ya no pudo más y puso una denuncia al bar musical que tiene una de sus puertas frente a su habitación. Todos coinciden en que hay unos bares que dan problemas y otros que no. La insonorización de los locales es algo esencial en esta zona de León donde los vecinos conviven durante las noches de los viernes y los sábados con la marcha nocturna. «No le puedes negar a nadie el trabajo, pero es necesario que haya más control», añade Moncho Díez, que continúa diciendo que es un «problema de normativa». Igual que Poli Villar, Moncho Perales no está a favor de un horario de cierre, mientras la música no moleste, «¿qué sentido tiene cerrar un bar a las cinco de la mañana?». Moncho Díez no quiere cambiarse de su casa. «Cuando salgo a la calle, lo primero que veo es la Catedral, y lo último cuando entro. Además, al ser un barrio peatonalizado durante el día no hay ningún ruido, ni de los coches», apostilla este vecino del Húmedo. Asegura que la vivienda se ha devaluado considerablemente, el que era su vecino vendió el piso a mitad de precio, «¡Y date por contento!». En las noches en las que el ruido ya es extremo, Moncho Díez, duerme con auriculares, escucha su música y evita oír así la música de uno de los bares que tiene debajo de su casa (aunque hay tres, sólo uno le molesta). Así, aislado del mundanal ruido, intentar dormir. Pero tampoco puede. Las vibraciones de la música le impiden conciliar el sueño.