Diario de León

CRÓNICAS DE FIN DE AÑO

La ola vegetariana

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COINCIDIENDO con estas tradicionales fechas que rodean la Navidad, claramente favorables para el desenfreno gastronómico y el derroche calórico, y acaso como contrapeso de las mismas, aparecen por doquier -diarios, revistas, dominicales y boletines de empresa- artículos y reportajes sobre el auge creciente de los vegetales en la dieta occidental. Todo el mundo, tanto los especialistas cuanto los legos, los seguidores del refranero y los adeptos a la nueva gastronomía, manifiestan su acuerdo: las frutas y las legumbres son fuente de energía saludable, ayudan a mantenerse en forma, aportan vitaminas y oligoelementos, y no hace daño a quien no tenga intolerancia a las mismas. Los expertos en dietética señalan, además, que consumiendo determinadas frutas se reducen los riesgos de padecer arterioesclerosis, diversos tipos de cáncer, osteoporosis, Alzheimer o envejecimiento, favoreciendo un mejor funcionamiento de los sistemas cardiorrespiratorio y digestivo, y preservando la conservación del calcio. De todo ello cabe deducir que el número de los vegetarianos, refiriéndonos siempre a Occidente, porque en Oriente quien no come proteínas es, realmente, porque no puede, ha aumentado en proporción geométrica en los últimos años. Bien es verdad que se trata de vegetarianos liberales, es decir sin compromiso moral o religioso, que no forman parte de esos colectivos, tan de moda hace veinte años, que tratan de preservar a los animales de su explotación y sacrificio por el hombre. Estos vegetarianos de nuevo cuño tratan de preservar su figura, evitando la obesidad, pero no consideran un pecado mortal zamparse de cuando en cuando un solomillo o un lomo de merluza. Entre esos nuevos vegetarianos, «culpables» de que en Europa la media de consumo de verduras esté en más de 60 kilos por habitante y año, y que España se encuentre, con 108 kilos, a la cabeza del consumo europeo de fruta, también por habitante y año, casi doblando a Francia, que sólo llega a 61 kilos, y triplicando de lejos la cifra sueca, que es de 31 kilos, figuran nombres famosos de estrellas de cine y cantantes. Entre ellos, Penélope Cruz, que se pierde por la sopa de calabaza; Cameron Díaz, que adora la toronja; Julia Roberts, cuyo alimento principal son las ensaladas, o Madonna, que también es una entusiasta de las ensaladas, pero de frutas. Los cantantes Sting y Paul McCartney, así como Melanie Griffith, Jennifer Aniston y Juliette Binoche, entre otros muchos nombres, figuran también entre los vegetarianos del XXI. Unas listas que encabezan, desde tiempos anteriores a Cristo, los sabios y togados Pitágoras, Platón y Sócrates, y en las que también pueden leerse los nombres del novelista Tolstoi, el filósofo Rousseau, el compositor Wagner, el apóstol de la no violencia Gandhi, el físico y matemático Einstein y el escritor Bernard Shaw. Con todo, los omnívoros siguen siendo mayoría, aunque ahora -después del affaire de las vacas locas y demás secuelas- sean algunos menos. Descansen mañana del turrón, si pueden.

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