Dos años de investigaciones
El autor del crimen en Obispo Almarcha se deshizo de la navaja en una alcantarilla junto al portal
Una discusión por el alquiler de la vivienda pudo ser el origen de la muerte a puñaladas de la propietaria del inmueble que tenía arrendado al joven de 28 años que la asesinó y a su familia
El juez enviará a prisión comunicada y sin fianza al autor confeso del crimen de una mujer en la calle Obispo Almarcha y dejará en libertad al otro detenido, un vecino de la víctima y del acusado, por entender que no hay pruebas de encubrimiento. Finalizado el interrogatorio, el autor confeso volvió a reiterarse en la autoría mientras que el vecino que presenció parte de los hechos aseguró que le había conminado a entregarse en Comisaría, cosa que no hizo “porque me faltó valor”.
Una vez completada la ronda de interrogatorios, ahora se iniciará otra toma de testimonios a los vecinos, para corroborar si las afirmaciones de los dos sospechosos se corresponden con la realidad.
El autor material del crimen ha confesado que recuerda haber apuñalado "en el estómago y en el cuello" a su víctima, y tanto él como su pareja coinciden en que la discusión inicial se produjo por problemas con el alquiler de la vivienda, que la fallecida les tenía arrendada.
Acompañado por su letrado ha comparecido ayer en Instrucción 1, tras lo cual el juez decretará su ingreso en prisión. Detenido fue también un vecino que conoció de los hechos el mismo día, que presenció parte de los mismos y que invitó al autor material de los navajazos a confesar el crimen en Comisaría, algo que no hizo. El juez le ha citado a declarar, con la posibilidad de ir acompañado de un abogado. Lo ha dejado en libertad provisional, pero tendrá que comparecer en sede judicial los días 1 y 15 de cada mes. También ha tomado declaración a su mujer, simplemente como testigo.
Los datos a los que ha tenido acceso Diario de León, indican que el autor confeso del crimen aseguró que el día 24 de marzo de 2020, sin poder recordar la hora exacta, inició una discusión con la víctima porque ella quería que abandonara la vivienda que les tenía alquilada, al parecer porque había otra persona interesada en arrendarla pagando más dinero.
El sospechoso le pidió que no le expulsasen del domicilio porque no tenía a donde ir, ya que tenía dos hijos pequeños y durante el confinamiento era muy complicado encontrar un sitio. Aseguró además que la víctima le había requerido para cobrar el mes de marzo y que él no había abonado la cantidad.
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En un momento dado, la discusión se paró y cada uno volvió a su vivienda. El vecino mencionado se quedó en el primer piso pero a la altura de la segunda planta, el acusado le requirió a la fallecida que le presentara el justificante del mes de marzo.
Ella le dijo que esperara un momento porque le iba a buscar y cerró la puerta para ir a buscar un papel. Posteriormente le repitió que tenía que abandonar la vivienda y le dijo que le daba cinco días para marcharse, a lo cual el asesino le contestó que le rogaba que por favor no le echara de casa pero ante la insistencia de la mujer, comenzaron las voces y ella le propinó un empujón. Fue el momento en el que él sacó una pequeña navaja que solía llevar para pelar cables y le dio una puñalada en el estómago y otra en el cuello.
A partir de ahí ya no recuerda nada, porque solo tiene la noción de verse las manos ensangrentadas. Rechazó haber cometido el crimen por dinero, y aseguró que no había cogido nada que pudiera haber en la casa.
Negó que hubiera fumado un cigarro pero sí que recordó haber cerrado la navaja y haberla metida en el bolsillo trasero del pantalón del chándal.
Al no llevar guantes y verse las manos llenas de sangre se fue al cuarto de baño y se lavó las manos, tras lo cual se las secó con la toalla que la policía ha utilizado para incriminarlo. A continuación se fue del domicilio y dejó la luz encendida, bajo al portal y tiró la navaja en una alcantarilla que había a la derecha del portal.
Después de una vuelta por el barrio y pasó por un supermercado y una tienda de ultramarinos, donde compró una Coca-Cola y dulces para los niños. Luego se dirigió hacia su domicilio y cuando vio llegar a su mujer entró en la cocina para quitarse la ropa y echarla a la lavadora.
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Recordó que esa misma tarde su mujer le vio una mancha de sangre en la muñeca pero no recordó en su declaración que excusa dio y se fue a la cama, aunque no pudo dormir. Al día siguiente fue cuando peor lo pasó porque se dio cuenta de que lo que había hecho "era una gilipollez", aseguró textualmente y que lo que tenía que haber hecho era pagar el alquiler como hacía mucha gente.
Solicitó al vecino que no dijera nada, pese a que le conminó a que se presentara en la comisaría para confesar los hechos, pero finalmente no lo hizo porque no tuvo valor.
La versión de su mujer
Su mujer prestó declaración de forma voluntaria el pasado lunes tras presentarse a declarar en la Comisaría de Policía. Según su versión, la tarde del 24 de marzo de 2020, la víctima había quedado con un vecino con intención de robar a la fallecida, dado que ella siempre tenía dinero en casa e incluso en alguna ocasión habían hablado de apropiarse de su bolso en la calle.
Cuando el autor confesó de los hechos se quedó discutiendo con la víctima, ella oyó voces y dice haber escuchado a un vecino que también estaba hablando con ella, aunque los gritos cesaron 20 minutos después. Seguidamente escuchó que se cerraba la puerta de la víctima.
Sobre las 21.15 horas el varón entró en el domicilio familiar, con manchas de sangre seca en el lateral. Ella le preguntó qué había pasado en casa de la víctima y él le dijo que se había "cargado el ambiente" por cosas del alquiler. Igualmente ella observó que su marido presentaba cortes en las dos manos y al preguntarle por la presencia de dichos cortes dijo que eran porque habían restado reparando un patinete.
Reconoce la esposa del autor material de las puñaladas que no ha vuelto a ver la ropa que su marido llevaba puesta y que una hora después de entrar en casa él bajó con dos bolsas de basura, cosa que le extrañó porque una de ellas estaba a medias.
Cuando se le preguntó qué había pasado y, siempre según su versión, dijo que había mantenido una discusión en la que había estado presente también el vecino. Esa noche no cenaron y su marido se quedó viendo la tele y chateando.
Al día siguiente no salieron de casa por el confinamiento y sobre las19.00 horas salieron de casa con su hijo mayor escondidas para ir a ver a su abuelo. Cuando volvió a las 21.00 horas vio a otra vecina llorando en el portal y muchos coches de policía. Le dijo a su marido que bajara a tirar la basura y que se enterara de que había pasado.
En ese trayecto se paró a hablar con el vecino supuestamente testigo de los hechos y conversó con él durante diez minutos. Cuando subió le preguntó qué había pasado y el autor confesó y dijo que se habían calentado las cosas y que había golpeado a la víctima. Ella no le creyó porque ya sabía que la víctima había muerto.
La esposa ha echado en falta estos dos años una navaja que no ha vuelto a ver nunca más y confesó que su marido había vuelto a casa con un sobre de color blanco con 3.000 euros. Él aseguro que había encontrado en la calle, dentro de un coche que tenía la ventanilla bajada y que lo había cogido. Ella usó el dinero para comprar ropa para sus hijos y algún juguete para los niños. Los investigadores sospechan que en realidad ese dinero podría ser propiedad de la fallecida.
La Policía Nacional realizó la inspección ocular de la casa de la mujer asesinada y procedió a la detención del sospechoso