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Urbanismo

El declive urbano arruina decenas de edificios en León

Casas bajas que son pasto de los okupas. Bloques enteros de pisos que están a punto de caerse. La ciudad acumula en la periferia inmuebles abandonados que causan problemas a los vecinos. Ni bancos ni particulares se hacen cargo.

Chalets okupados en Padre Severino Ibáñez. RAMIRO

León

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El edificio del número 11 de la calle Laureano Díez Canseco, en el barrio del Crucero, continúa en pie a pesar de que lo declararon en ruina en julio de 2021. Los informes técnicos alertaron de que estaba en «un estado de abandono y falta de mantenimiento absolutos», que degeneró «en una grave situación de insalubridad y molestias de distinta naturaleza, consecuencia de la progresiva ocupación ilegal».

Los propietarios —es de varios familiares— tenían que demolerlo pero más de medio año después todo sigue igual. Tan solo han tapiado las puertas y algunas ventanas de los pisos inferiores. Las de más arriba están completamente rotas, con trozos de cristales que pueden caerse en cualquier momento. La fachada también presenta un deterioro lamentable, con la cornisa prácticamente al descubierto. Unas vallas amarillas del servicio municipal de obras alertan del peligro, que afecta igualmente a la calle Antonio Machado.

El edificio de Laureano Díez Canseco es un peligro. RAMIRO

No es un caso aislado, pero sí uno de los que más denuncias acumula. En León hay decenas de construcciones deshabitadas, casi todas en zonas de la periferia con poco valor inmobiliario. Junto a estas viviendas, algunas de varias alturas, se puede comprar un piso de hasta tres habitaciones por apenas 37.000 euros. En el Crucero existen unos cuantos de esas características, como el de Pablo Párroco Díez con Cardenal Cisneros, justo en la frontera de San Andrés.

La primera industria harinera de León, en venta. RAMIRO

Tiene mejor aspecto pero tampoco cumple las condiciones mínimas de habitabilidad. Los locales comerciales llevan años vacíos y muy descuidados. A pocos metros, en el número 52 de Relojero Losada, hay otro completamente tapiado para evitar que lo allanen. El edificio contiguo también está en un estado ruinoso, pasto de la ocupación ilegal o, incluso, de las palomas, que entran por las ventanas, completamente desprotegidas.

Un proceso largo

La responsabilidad es de los dueños, pero el Ayuntamiento puede declararlos en ruina

Casi ningún barrio se libra de ese declive urbano. Ni siquiera los que están más cerca del centro. Hay decenas de edificios abandonados por toda la ciudad. La mayoría son de entidades financieras, del Sareb (conocido como el banco malo), de administraciones o de herederos que no se hacen cargo del mantenimiento, a pesar de que existe una normativa específica que obliga a inspecciones periódicas.

Edificios abandonados en pleno Barrio Húmedo. RAMIRO

Su proliferación desde la crisis de 2008 causa problemas graves a los vecinos por esa falta de conservación que en ocasiones pone en peligro la integridad física de los peatones. Llama la atención, por ejemplo, el desamparo que muestran los dos chalets anejos de la plaza Padre Severino Ibáñez, a pocos metros de la casa que tiró el Ayuntamiento hace un año, en el entorno del Espolón.

Normativa

Los edificios de más de cuarenta años deben pasar una revisión técnica que garantice unas mínimas condiciones de habitabilidad

La acumulación de basura es evidente. Hay varios gatos en la finca y signos de que al menos una de las viviendas está okupada. Los vecinos confirman que «se mete gente» y aseguran que «ahí se distribuía droga». Han enganchado la luz. No muy lejos, en la avenida de San Mamés, frente al parque de Feve, han tabicado otro inmueble, con ladrillo, para frenar a los usurpadores. Incluso en pleno centro de la capital existen edificios que llevan vacíos desde hace décadas. Solo hay que darse un paseo por el Barrio Húmedo, donde apenas quedan vecinos. En la misma calle pueden verse casas a punto de caerse junto a hoteles recién construidos.

Casa quemada en Armunia, que sigue en pie. RAMIRO

En la Rúa, entrada principal del Camino de Santiago en la ciudad, la decadencia se mide por el número de trapas bajadas. Una veintena de locales cerrados son el estigma de la gentrificación. Apenas quedan en esta zona del casco antiguo 2.000 personas empadronadas y una docena de niños, aunque muchos ni siquiera viven allí. Hay tres edificios en ruinas y otros dos recién reformados. Solo se salvan de la quema si una empresa hotelera los convierte en habitaciones turísticas, el único futuro ya de este barrio, que a mediados del siglo pasado condensaba el núcleo urbano de León capital.

Entrada a una vivienda deshabitada.RAMIRO

En la calle Azabachería aparecen varias construcciones desvencijadas. Lo mismo ocurre en Santa Cruz y Tarifa, que tienen un par de inmuebles a punto de desplomarse. Solo en la zona vieja hay decenas de locales comerciales y de casas de las que nadie se hace cargo. En algunas los carteles de se alquila o se vende están completamente roídos por el paso de los años. Los vecinos llevan tiempo denunciándolo en el Ayuntamiento, que actúa cuando hay riesgo de desprendimiento o cuando las condiciones higiénicas son lamentables. La responsabilidad última siempre es de los dueños, aunque en ocasiones no es fácil encontrarlos, sobre todo cuando se trata de herencias.

Enganche ilegal a la corriente eléctrica. RAMIRO

La inspección técnica de edificios, en vigor desde 2009, es obligatoria en las construcciones de más de cuarenta años, pero para eso tienen que estar inscritas en el registro. Este año pasarán la revisión 530 inmuebles del municipio. El listado añade otras edificaciones de principios del pasado siglo. No entra en el censo el patrimonio industrial de la ciudad que, como muchas de estas casas, está totalmente deshecho.

Huellas borradas

Ni siquiera el patrimonio industrial de León resiste a esa decadencia que asfixia a los barrios

Armunia es un buen ejemplo de esa decadencia. La primera industria harinera leonesa, la de Alfageme, es hoy un amasijo de hormigón en venta desde hace años. Nació en 1845 y el edificio principal llegó a tener siete plantas. También resiste a duras penas la ‘Choricera’, al otro lado de la carretera de Antibióticos, uno de los edificios industriales más emblemáticos de León. Funcionó como fábrica chacinera hasta 1960 y como almacén hasta principios de los setenta. Hoy está lleno de pintadas y totalmente abandonado, como el Molino de Inza, también en la calle Juan Bosco, donde solo aguantan las cigüeñas. La estructura está repleta de nidos y el solar lleno de matojos.

Edificio en semirruina en el barrio del Crucero. RAMIRO

Las viejas escuelas de Padre Manjón están, del mismo modo, semiabandonadas, como algún edificio que pertenece a la junta vecinal. En ese mismo barrio todavía se puede ver la casa que se sitúa debajo del paso a nivel, en la calle Sol y Luna, antes de llegar a Michaisa, y que se incendió en septiembre de 2021. No la han derribado a pesar de las numerosas quejas de los vecinos y de que el fuego afectó a la cubierta y a una de las paredes.

Inmueble en mal estado en Relojero Losada. DL

Tampoco se ha hecho nada en veinte años en la parcela que ocupa Bodegas Armando, al principio del Paseo Salamanca. Ni en Doctor Fleming. Junto al antiguo paso a nivel, en el número 19, hay un edificio que ha estado ocupado varias veces. En esa avenida emergen varios bloques vacíos y tapiados. Lo mismo sucede en el barrio de San Esteban, en Mariano Andrés o, incluso, en Álvaro López Núñez.

Edificación tapiada junto al Espolón. RAMIRO

A pocos metros de Padre Isla aparece una edificación que hasta hace nada estuvo okupada. Ahora Bankia lo ha tapiado, tras años de denuncias, pero los problemas, según alertan los vecinos, no han cesado. Son un foco de suciedad y de sus fachadas caen restos de losetas, pintura y otros elementos que muestran la decadencia urbana del extrarradio.

Antiguo Molino de Inza, en la calle Juan Bosco. RAMIRO

Viviendas cerradas en Doctor Fleming. RAMIRO

El solar de Bodegas Armando, junto a Guzmán. RAMIRO

La ‘Choricera’ de Armunia funcionó hasta los años setenta. RAMIRO

Solar en muy mal estado en la Palomera. RAMIRO